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En vida del señor Zumarán fue una señora de carácter gracioso, amiga de fiestas y relacionada con todo Buenos Aires. La terrible tragedia la cambió por completo: cerró su casa, se retrajo, envejeció tempranamente, y todas las amables cualidades de su espíritu desaparecieron con los restos de una belleza física notable.

Al oír Morsamor las palabras de Urbási, retrajo a su memoria la imagen de Beatricica y pensó tenerla allí presente y que ella le encadenaba entre sus brazos y le besaba y le acariciaba. Como si hiriesen otra vez sus oídos, percibió las palabras de la vieja gitana que le dijo en Sevilla la buenaventura. Los cabellos de Morsamor se erizaron de espanto.

Después le retrajo más de ir a casa de las dos Juanas el saber que tanto las frecuentaba don Paco. Tal vez supuso el bueno del maestro que Antoñuelo y don Paco bastaban en aquella casa, y que si él iba estaría de non y sería un estorbo.

Contrariado y triste se mostraba Damián de Goes, que era muy humano y benigno, de la feroz conducta que había tenido la plebe lisbonense con Judas Abravanel. Esto retrajo a su memoria la horrible matanza de judíos que pocos años antes, siendo él todavía muchacho, había hecho la plebe de Lisboa, fanatizada y enfurecida por algunos frailes y secundada por marineros de diversos países de cuantos barcos estaban anclados en el Tajo. Tres días duraron el saqueo y la matanza. Más de quinientos judíos murieron quemados, y degollados cerca de dos mil. El hedor de la carne chamuscada, de los cadáveres insepultos y de la sangre corrompida infectaba el aire. El Rey Don Manuel el Dichoso se hallaba entonces en

El padre había intervenido sólo en los primeros días para tratar de disuadir a D. Acisclo de que se mezclase en elecciones; pero D. Acisclo no se dejaba convencer por nadie, y cuando lo reconoció así su sobrino, se retrajo, se calló, y no volvió a dar a entender ni siquiera que sabía en qué maremágnum andaba engolfado su tío.

Comenzaron entonces las lamentaciones y las extrañezas, los comentarios y los sobresaltos, y la murmuración no fue ya el ruido de una ola al reventar en la playa, sino que cundió y se hizo formidable, y resultaron todos los imponentes estrépitos del mar batiendo las costas... Mas a pesar de que todo el mundo vio claro el viento que había desatado aquella tormenta y los polvos de que salían aquellos lodos, tan sólo dos de las muchas madres honradas que acudían a los saraos de Currita dejaron de llevar allí a sus hijas; tan sólo uno de los muchos maridos con decoro que a ellos concurrían retrajo a su mujer de aquella casa funesta a que se hacía necesario acudir, porque... porque... se pasaban allí ratos deliciosos, era la dama quien fijaba en sus salones las leyes del buen tono, y el ser admitido en su casa era un brevet de elegancia y de notoriedad.

La vieja le cogió por la parte de oreja que le quedaba y dio tres o cuatro tirones con fuerza. El perro lanzó un aullido de dolor. Luego le cogió por la otra, y otros tantos tirones. Mayor y más triste aullido aún. Cumplidos sus deberes con la justicia de la tierra, el mastín se retrajo de nuevo hacia la tabla del hórreo, no sin lanzar por lo bajo algunas imprecaciones y blasfemias.

En vez de rebelarse contra la injusticia que se le había hecho, en vez de tratar de convencer a sus paisanos de su inocencia, lo que no le hubiera costado gran trabajo, porque todos estimaban su carácter y conocían su valor, lleno de vergüenza, como si realmente fuese criminal, huyó las miradas de la gente, se retrajo a su casa, y solo paseaba por la huerta que detrás de ella se extendía, cercada de alta y deteriorada tapia.

La luz de la mañana se desleía ya en el agua turbia de la lluvia. Novillo, antes que Apolonio despertase, retrajo a su lugar correspondiente las apócrifas excrecencias capilares y óseas. Un escalofrío se le difundió entre cuero y carne: «Malo pensó ; he cogido un resfriado. Tanto como me afectan....» Estornudó, y al ruido del estornudo Apolonio abrió los ojos.

26 Y Josué no retrajo su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido a todos los moradores de Hai. 27 Pero los israelitas tomaron para las bestias y los despojos de la ciudad, conforme a la palabra del SE