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Si antes del tercero no había matado el toro, éste sería devuelto al corral, quedando el espada bajo el peso de la mayor deshonra. Gallardo, como si despertase de su sonambulismo, aterrado por esta amenaza, puso horizontal el estoque y se arrojó sobre el toro. Una estocada más, que no penetró gran cosa en el cuerpo de la fiera.

Sale la costurera con un andar leve, como si temiese que la muerta se despertase. Doña Moncha reza en voz baja todo el tiempo que permanece sola, y la estancia oscura se llena de misterio con aquel vago murmullo de rezo que se junta al chisporroteo con que los cirios se derraman sobre los candeleros de bronce.

Luego levantó las colgaduras de damasco rojo galoneadas de oro que cubrían como una tienda de campaña el amplio lecho majestuoso, en el que habían nacido, procreado y muerto varias generaciones de Febrer. La noche anterior, al retirarse del Casino, la había encargado Jaime con gran insistencia que le despertase temprano.

Yo también, como el elocuente orador que me ha precedido en el uso de la palabra, deseaba que el pueblo donde he visto por primera vez la luz del día, despertase a la vida del progreso, a la vida de la libertad y la justicia... ¡Sarrió! ¡Cuánto dulce recuerdo, cuánta inefable alegría despierta en mi alma este solo nombre!

Quise gritar, pero tuve miedo... La idea de que despertase doña María en aquel instante me hacía temblar... Se fueron muy despacito, y cuando me quedé sola... ¡Ay! La insensatez de esa muchacha, a quien todos tienen por santa, me enardecía la sangre. Lord Gray la ha engañado; lord Gray la abandonará... Vamos, vamos pronto. ¡Me parece que estoy soñando!

Sin embargo, convenía que no despertase la chiquilla, no fuese a alborotar la casa lloriqueando. Perucho la tomó como quien toma un muñeco de cristal, muy rompedizo y precioso: sus palmas llenas de callos y sus brazos hechos a disparar certeras pedradas y a descargar puñetazos en el testuz de los bueyes adquirieron de golpe delicadeza exquisita, y la nené, envuelta en el pañolón de calceta, no gruñó siguiera al trocar la cama por los brazos de su precoz raptor.

Pero ante el gesto de Maltrana se contuvo. Conformes: no la sangraría; por el momento ya había pasado el peligro; pero en cuanto despertase la pobre «señorita», iba a administrarla unas tacitas de un cocimiento que hacía milagros: hierbas del campo recogidas por ella misma y que guardaba en su casa.

No podía ser tan cuantioso que delatando riqueza despertase codicia, ni tan pobre que resultara mezquino; ¡eso no!

Despertóme a ; y, no contento con esto, bajó al huésped para que le diese luz, diciendo que había hallado objeto fijo a la estocada sagita por la cuerda. El huésped se daba a los diablos de que lo despertase; y tanto le molestó, que le llamó loco. En esto amaneció, vestímonos todos y pagamos la posada.

Amaneció y, antes que él despertase, yo me levanté y me fui a una posada, sin que me sintiese; torné a cerrar la puerta por de fuera y echéle la llave por una gatera. Como he dicho, me fui a un mesón a esconder y aguardar comodidad para ir a la Corte. Dejéle en el aposento una carta cerrada, que contenía mi ida y las causas, avisándole que no me buscase, porque eternamente no lo había de ver.