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Con esto el P. Orozco ordenó al P. Arce que fuese en busca del origen del río Paraguay explorando en el ínterin las voluntades de los Chiquitos y de las otras naciones que hallase dispuestas á recibir el Santo Bautismo, y que á lo largo de la costa de aquel río esperase á los Padres Constantino Díaz, natural de Ruinas, en Cerdeña; Juan María Pompeyo, de Benevento, en el reino de Nápoles, Diego Claret, de Namur, en la Galo-Bélgica; Juan Bautista Neuman, de Viena, en Austria; Enrique Cordule, de Praga, en Bohemia; Felipe Suárez, de Almagro, en la Mancha, y Pedro Lascamburu, superior de todos, de Irún, en Guipúzcoa; todos los cuales, saliendo de las Misiones de los Guaraníes, emprendían por agua el camino hacia el lago de los Xarayes para ser sus compañeros en la conversión de aquellos pueblos.

Vitoria, San Sebastian é Irun, son tres lindas ciudades, aseadas y hermosas, notables por su animacion y riqueza: abundan las fábricas de fundicion y el trabajo se hace oir en todas partes. Vitoria y San Sebastian cuentan buenas plazas y edificios: Irun tiene una bonita casa de villa. De Irun á la frontera de Francia solo debo hacer notar una santa emocion que me conmovió.

Fue un rato para adentro a tomarse la colación o golosina que su madre le guardaba siempre, y volvió con un platito en una mano y una cucharilla en la otra. Era compota de ciruelas lo que tomaba, con un pedazo de rosca. «¿Ustedes gustan?... Pues decía que en las cajas que están ahora en la Aduana de Irún, vienen unos trajecitos de niño, de punto, que han de hacer sensación.

¿Por quién lo dice usted, por don Carlos? preguntó Martín. . ¿Usted también cree que no es hombre de talento? ¡Qué va a ser! Es un tipo vulgar sin ninguna condición. Luego, no tiene idea de nada. Hablé con él cuando el bombardeo de Irún, y no se puede usted figurar nada más plano y más opaco. Pues no lo diga usted por ahí, porque le hacen a usted pedazos.

Fue de suerte, que al bajarse en Irún y oír las primeras sílabas pronunciadas en idioma extraño, Lucía murmuró como con pena: ¿Pero qué? ¿Hemos llegado ya? A Francia, casi respondió Artegui ; pero aún nos falta un trecho regular hasta Bayona. Aquí se registran los equipajes: es la aduana de Irún.

1660. «Relacion verdadera de las grandiosas fiestas y regocijos, que la muy noble y muy leal Ciudad de Valladolid hizo á nuestro Rey y Señor Don Felipe Quarto el Grande, viniendo de Irun de entregar á la Christianissima Reyna de Francia Doña María Teresa de Austria, su hija; donde se declaran los grandes aparatos de fuego, luminarias, toros y cañas, y los Señores que torearon y la máscara que hicieron.

Nuestro primitivo tren había continuado su marcha hacia Irún, no bien nos bajamos de él, y después había partido otro con dirección á la insigne ciudad de Zamora. ¡El único que no daba ni señales de pensar en salir era el recién establecido tren de Salamanca! En cambio, salió el sol.

Era difícil, al oir esta canción, no pensar en unas cuantas coristas balanceando voluptuosamente las caderas. Los carlistas hablaban ya de traición. Con el fracaso del sitio de Irún y con la retirada de don Carlos, los curas navarros y vascongados empezaron a dudar del triunfo de la causa. Con la proclamación de Sagunto, la desconfianza cundió por todas partes.

Ocupémonos de Adolfito, el precoz funcionario, que no iba a la oficina sino cuando le daba la gana; que había encargado un velocípedo a Londres y había extendido él mismo la orden para que el administrador de la Aduana de Irún lo dejase pasar sin derechos, ¡qué rasgo de genio! « irás muy lejos, niño», le dijo el jefe de Negociado.

Vitoria, San Sebastian é Irun, son las tres poblaciones de importancia que se encuentran en el camino de Madrid á Bayona. Sabido es que nuestras Provincias Vascongadas son un modelo de laboriosidad y cultura: allí la tierra no permanece ociosa, como en Aragon, que solo puede visitarse por tener el honor de penetrar dentro de los muros de la inmortal Zaragoza.