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Fue un rato para adentro a tomarse la colación o golosina que su madre le guardaba siempre, y volvió con un platito en una mano y una cucharilla en la otra. Era compota de ciruelas lo que tomaba, con un pedazo de rosca. «¿Ustedes gustan?... Pues decía que en las cajas que están ahora en la Aduana de Irún, vienen unos trajecitos de niño, de punto, que han de hacer sensación.

En cuanto el cura se echaba a la calle, salía doña Lupe de su escondite para ofrecer a Maximiliano un poco de aquella sabrosa fruta, y entraba en su cuarto con el platito y la cucharilla. Agradecía mucho estas finezas el chico, y se comía la golosina.

Allí unos huevos duros, o blanquillos, que venían recostados, cada uno en su taza de güiro, sobre unas yerbas de grata fragancia, que olían como flores. Allí, en la cáscara misma del coco recién partido en dos, la leche de la fruta, con una cucharilla de coco labrado que la desprendía de sus tazas naturales.

No, señor; no, señor contestó Máximo desliendo el azúcar con la cucharilla y echando ron en el café . Si se presentan dificultades, estamos aquí.... , Sabel: una copita pequeña. En la copita pequeña escanció también ron, que paladeó mientras el café se enfriaba. El marqués le tendió la petaca llena. Muchas gracias... pronunció el médico encendiendo un habano . Por ahora estamos a ver venir.

Tomóla Kate de sobre la mesa y se dirigió a la puerta; mas la señora, siempre taimada y astuta, y sin dejar ver a nadie el juego de sus cartas, dijole con voz muy displicente y quejumbrosa: Mira, hija, prepárame antes una dosis de antipirina... ¡Me está barruntando una jaqueca! Volvió Kate a poco, revolviendo en una copa, con preciosa cucharilla, la medicina pedida.

La chica trajo un vaso con cucharilla, y Fortunata tomó la antiespasmódica. «¡Qué bueno es usted, Segismundo! ¡Qué agradecida estoy a lo que hace por !». Todo y mucho más se lo merece usted, carambita replicó el farmacéutico con efusión de cariño . Hemos de ser muy amigos.

No era muy genuino, ni muy aromático el del fondín de Venta de Baños; y con todo eso, al introducir en sus labios por vez primera la cucharilla, al sentir el leve amargor y el tibio vaho que la penetraban, experimentó Lucía hondo estremecimiento, algo como una expansión de su ser, cual si a un tiempo se abriesen sus sentidos, semejantes a capullos de arbusto que a la vez florecen todos.

Se coloca el lenguado en una besuguera con su jugo, se ponen las conchas alrededor, y se sirve en la misma. Puede ponerse un poco, al horno. LENGUADOS A LA MARGUERY. Se deshacen dos onzas de mantequilla buena. Añádase una cucharilla de postre de harina de arroz. Mézclese. Muévase hasta que se forme una crema. Luego se ponen en esta salsa almejas, una docena de ostras y de langostinos.

El deán, alma de la diócesis, porque el señor obispo de puro bueno no servía para nada, agitó con la cucharilla el vaso de agua donde se estaba deshaciendo el azucarillo, bebióselo tranquilamente, se limpió los labios con la servilleta, y mientras encendía un cigarro de papel, más grueso que puro, repuso sin alterarse: Lo de siempre... ganas de asustar... algo menos será. Dile que pase.

La muchacha sentía vergüenza de verse tan observada, y no sabía cómo ponerse, ni qué dengues hacer con los labios al llevarse a ellos la cucharilla con leche merengada. «Eso, eso... por ahí duele dijo el ex-coronel, arrimándose al partido de Maximiliano . ¡El alma!... Estos señores materialistas creen que con variar el nombre a las cosas han vuelto el mundo patas arriba».