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Dominado por esa idea fija, se hace económico y avaro, imponiéndose mil privaciones y atesorando franco sobre franco y escudo sobre escudo. El paisano sabe esperar la buena ocasion, disimulando su tesoro. Cuando llega el momento de una compra ventajosa se sirve de toda su diplomacia para reunir á su fanega de tierra otra contigua, y otra y otras, sin satisfacerse nunca.

La desdichada madre siente que hasta la voz le falta para decir el último «adiós». Andrés comprende por primera vez lo que es perder de vista su hogar y su patria, y lanzarse niño y solo á los desiertos del mundo, y también por primera vez llora, y acaso se arrepiente de su empresa; tío Nardo mira hacia el Muelle y procura no hablar para que no se vean las lágrimas que al cabo vierte, ni descubra su voz la pena que hay en su pecho; y deseando abreviar aquella escena por afligir menos á su hijo, estréchale en silencio entre sus brazos, coge por otro bruscamente á su mujer y desciende con ella al bote, imponiéndose la dura penitencia de no mirar á la fragata hasta que llegue al Muelle.

Su afición fue agrandándose al compás del tiempo, y con el transcurrir de los días llegó lentamente a ese fatal estado en que alma, corazón y sentidos llegan a absorberse en la incontrastable atracción hacia una mujer, ella sola, ella única, ella... A fuerza de verídicos, cúmplenos confesar que el ensueño que al marqués inspiraran los sombríos y profundos encantos de la hermosa lectriz, no tomó desde luego la forma de un meditado matrimonio; Pierrepont se hallaba muy lejos de ser un malvado, pero había vivido demasiado en el mundo y precisamente en ese mundo en que los crímenes de amor encuentran siempre complacientes jueces; además, la pasión tiene avasalladoras exigencias, y cuando la mujer entra en juego no hay nunca perfectos caballeros, presintiendo que sería de todo punto imposible obtener de la baronesa un consentimiento trastornador de todos sus planes, un momento se agitó en el alma de Pedro la idea de la seducción, pero ese fondo de honor y rectitud que formaban su carácter íntimo acabó por hablar, imponiéndose, y el amor quedó subsistiendo tan ardiente y más puro.

Respecto á su origen se dieron varias explicaciones, todas las cuales fueron simplemente conjeturas. Algunos afirmaban que el Reverendo Sr. Dimmesdale, el mismo día en que Ester Prynne llevó por vez primera su divisa ignominiosa, había comenzado una serie de penitencias, que después continuó de diversos modos, imponiéndose él mismo una horrible tortura corporal.

Aquella misma raza, que al esfuerzo de una civilización pujante reflejara en nuestra Europa los destellos de su ciencia, imponiéndose con carácter despótico y fiero á la India, Sumatra, Java y Borneo, y, por último, á las Filipinas, que fueron la etapa final de la excursión que por el grande Archipiélago Asiático realizara.

Asimismo importa que Vd. quede entendido, que los Diputados han de irse incorporando en esta Junta conforme y por el órden de su llegada á la capital, para que así se hagan de la parte de confianza pública que conviene al mejor servicio del Rey y gobierno de los pueblos; imponiéndose, con cuanta anticipacion conviene á la formacion de la general, de los graves asuntos que tocan al gobierno.

Allí se detuvo el insecto, y allí también Julián, con el corazón palpitante, con la vista nublada, y el espíritu, por vez primera después de largos años, trastornado y enteramente fuera de quicio, al choque de una conmoción tan honda y extraordinaria, que él mismo no hubiera podido explicarse cómo le invadía, avasallándole y sacándole de su natural ser y estado, rompiendo diques, saltando vallas, venciendo obstáculos, atropellando por todo, imponiéndose con la sobrehumana potencia de los sentimientos largo tiempo comprimidos y al fin dueños absolutos del alma porque rebosan de ella, porque la inundan y sumergen.

Dice así, al pie de la letra, el artículo 12 del bando: «El uso de las lloronas o plañidoras, tan opuesto a las máximas de nuestra religión como contrario a las leyes, queda perpetuamente proscrito y abolido, imponiéndose a las contraventoras la pena de un mes de servicio en un hospital, casa de misericordia o panadería». Parece que este bando fué como tantos otros, letra muerta.