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Los brillantes de la especie de ajorca árabe, que yo la había enviado en el canastillo de boda y que rodeaba el brazo en cuya mano apoyaba su cabeza, me dejaban ver, heridos por la luz, destellos vivísimos, pero inmóviles. Amparo parecía una estatua de cera vestida de blanco.

Los horizontes del primer cuadrante se mostraron aturbonados á la caída de la tarde. Los primeros destellos de la farola del Corregidor alumbraron, al par que rebasábamos Pulo Caballo, saliendo de la inmensa bahía de Manila por Boca grande.

Y todo aquello había sido movimiento, luz, vida, ruido, cantando en el bosque, volando por el cielo azul, serpeando por las frescas linfas, luciendo al sol destellos de todo el iris, al pender de las ramas, en vega, prados, ríos, montes.... «¡Indudablemente Vegallana sabía ser un gran señor!», pensaba suspirando Visita, que soñaba muerta de envidia con aquella despensa, exposición permanente de lo más apetecible que cría la provincia.

Los caballos, magníficos; vistosos, los arreos. Los rayos del sol refulgente herían el bruñido acero de las armas, las joyas, los metales preciosos y los áureos bordados, deslumbrando todo la vista con fúlgidos destellos. El Rey llevaba aquel día el bonete y el estoque de honor, que le había regalado el Padre Santo y que sólo sacaba en las más solemnes ocasiones.

De esta orla parten divergentemente cuatro ó cinco ráfagas de plata y oro, como los destellos que vemos en las aureolas de los santos góticos. Era, pues, un astro de luto; el cadáver del sol; la luz vestida de negro. Sol y luna formaban un solo cuerpo, engendro misterioso que representaba á la vez el día y la noche.....

La vasta sábana de la ría, en vez de los tristes y metálicos reflejos del invierno, dejaba escapar ahora hermosos destellos azules, y las cáscaras de nuez, llamadas barcos por mal nombre, cabeceaban impacientes en la dársena como otros potros preparados a salir.

Al entrar en las aguas de Sula, principiamos á admirar las innumerables bellezas madrepóricas del fondo del mar, cuyo lecho lo teníamos bajo la quilla á tres pies. Los rayos solares, al quebrarse en la masa de agua, esparcían sobre las dentadas y caprichosas combinaciones madrepóricas luminosos destellos, merced á los cuales explorábamos aquel extenso bajo.

La huérfana gentil cerró sus ojos, Y hasta arrugó su frente iluminada Por mil destellos rojos, Al pensar en su madre idolatrada... ¡Así Rizal llenó de pensamientos Aquella hora de luz y arrobamientos!... Es arte el de decir hondas tristezas, Revestidas de fuego y de bellezas. De Luna e Hidalgo es el cantor sublime.

De la gloria a los destellos la romántica silueta 25 del creyente que adunaba sus lirismos de poeta con la viva llamarada de sus trágicos lirismos, resplandece como un astro que las almas ilumina con el fuego milagroso de su bíblica doctrina, como un rayo de la aurora diafaniza los abismos. 30

Nuestro salón campestre, en una noche de baile, es una cosa encantadora; aquel conjunto de bellezas, así humanas como rústicas y de artificio; aquel enjambre de mujeres hechiceras, arrastrando el lujo y la vaporosidad de sus trajes y prendidos entre el otro lujo exuberante de la vegetación, á media noche, á la luz misteriosa que producen los destellos del gas quebrándose en el verde follaje de los árboles; los ecos de la invisible orquesta, el ambiente, la.... Vamos, que tiene aquello algo de fantástico que no se comprende bien á no contemplarlo.