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No, amigo mío respondiole el notario; ese trabajo vale mil francos al mes, o sea, treinta y tres francos diarios. No replicó el doctor, con acento autoritario; eso vale dos mil francos. L'Ambert inclinó la cabeza, y no se atrevió a objetar. Romagné pidió permiso para terminar aquel día su trabajo, dejar en el bodegón su tonel y buscar quien le reemplazase durante el mes.

Tales viajes no eran del gusto de Ferragut. Le irritaba la marcha en fila, como un soldado, teniendo que amoldarse á las velocidades de buques despreciables. Aún le encolerizaba más verse obligado á obedecer al comandante del convoy, que muchas veces era un viejo marino de carácter autoritario.

Barbacana era más grave, más autoritario, más obstinado e implacable en la venganza personal, más certero en asestar el golpe, más ávido e hipócrita, encubriendo mejor sus alevosas trazas para desmantecar al desventurado colono; era además hombre que prefería servirse de medios legales y manejar el código, diciendo que no hay tan seguro modo de acabar con un enemigo como empapelarlo: si no guarnecían tantas cruces los caminos por culpa de Barbacana, las cárceles hediondas del distrito antaño, y hogaño las murallas de Ceuta y Melilla, podían revelar hasta dónde se extendía su influencia.

Si consigo yo ponerte bueno, mi querida tía, alias la baronesa de Rothschild, no tendrá más remedio que hincar la jeta y darme lo que necesito». Vida nueva i Era Estupiñá, que miraba a los tales agujeritos del modo más autoritario. Tengo que hablarle. Yo no paso. Vengan los cuartos. No tengo ganas de conversación.

Seguramente, ésta no es del tipo resignado... En su humor agresivo y autoritario, adivinaba yo una rabiosa recalcitrante. ¿Pero cómo cerciorarme? Sin adivinar el precipicio que se abría ante mis pasos, me lancé inocentemente en la pelea preguntando a la Bonnetable si estaba satisfecha de haber permanecido soltera. ¡Dios mío, qué éxito!...

Hablaron en broma de lo pasado, como quien revuelve cenizas sin temor a encontrar rescoldo, y, por fin, don Juan, con aquel tono autoritario, propio del hombre que tiene seguridad de haberse portado bien con la mujer a quien habla, le dijo: La verdad: ¿tienes algún lío? Porque no quiero comprometerte. ¡No pasa un alma! Suba usted y hablaremos. ¿Aún me llamas de usted?

El furor autoritario de aquella señora tan devota y rígida de costumbres, al enterarse de que su hijo visitaba la casa azul y era amigo de una extranjera a la que no trataban las personas decentes de la ciudad y de la que sólo hablaban bien los hombres en el Casino cuando se veían libres de la protesta de sus familias. Fueron escenas borrascosísimas.

No había más remedio que caminar por Sevilla con la lengua fuera, si no quería incurrir en el desagrado de aquel enano autoritario, que lo expresaba en frases corteses, , pero firmes y severas. Invariable, infaliblemente, D. Oscar iba a misa de ocho a San Alberto con doña Tula todos los días. Gloria les acompañaba unas veces y otras no. Cuando lo hacía, se iba lo menos veinte a treinta pasos delante. El bendito señor no asistía a ningún café, ni iba jamás al teatro, ni salía a paseo. Sus horas de recreo, que tenía tan bien clasificadas como las de trabajo, las invertía en jugar a las damas con D.ª Tula.

Se espera al predicador con impaciencia no disimulada y las plumas y los sombreros se levantan con un movimiento de ola en el sentido indicado por la curiosidad del momento. El movimiento de ola era hoy más acentuado que de ordinario, pues el orador conquistó a su auditorio solamente con el modo autoritario con que tomó posesión del púlpito. Plumas y flores se inclinaron con respeto enternecido.

Antes de leer, estaba seguro de que su padrastro había perecido entre las ruinas de aquella obra escandalosa, inaudita, hasta el punto de trastornar sus ideas de hombre autoritario y hacerle perder la fe en la perfección del orden social. Buscó en el papel los nombres de las víctimas. Eran muchos los heridos que agonizaban en los hospitales.