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Bellísimos adornos, también de yeso, guarnecían los vanos de puertas y ventanas: los primeros en forma de arrabáa, haciéndose extensivos á las enjutas, en cuyos centros lucían escudos familiares ó áureas con cabezas de damas y guerreros, mientras que en las segundas aparecen adornadas en forma de marco.

En la muralla que rodea el campo de los penados se apoyaba un pequeño edificio en cuya puerta se leía, en letras negras y rojas, estas palabras: Pretorio disciplinario. Era el tribunal ante el que comparecían los indisciplinados para responder de sus fechorías. Un estrado y unos cuantos bancos guarnecían la sala, cuyas paredes estaban tendidas de cal.

Y así crecía de hora en hora el peligro de que ese cuaderno en que Olga había escrito su confesión, cayese en manos de su tía. ¡Que se le antojara escudriñar entre los volúmenes que guarnecían el estante, y sucedía la desgracia!

La ocasion se presentaba muy propicia para hacer renacer en los criollos las pasadas pretensiones, y conjurándose nuevamente, atrajeron á su partido á los principales jefes y oficiales de las tropas que guarnecian la ciudad; y hasta el cabildo, que estaba compuesto de españoles y americanos casi por partes iguales, se prestó á provocar una discusion con el capitan general.

En las caídas y pujamen se guarnecía con empalomaduras un cabo de 45 hilos con descuello en los puños. Las bonetas tenían relinga de 3 hilos y se hacían á la medida de los ollaos del papahigo unas bazadas dobles, poniendo una más larga de 10 en 10 y una letra para encontrar la correspondencia. Las otras velas se guarnecían de manera semejante. 18 y 19.

Un coche de tercera clase estaba ocupado por la escolta del tren: un pelotón de territoriales. En uno de segunda se instaló Desnoyers, con el teniente que mandaba este grupo y varios oficiales que iban á incorporarse á sus regimientos después de terminar las operaciones de movilización en las poblaciones que guarnecían antes de la guerra. Los vagones de cola contenían sus caballos.

Apenas había transcurrido una hora cuando otra bandera nuestra se vió ondear en la torre de la iglesia de Bakoor, que también se halla á orillas del mar, señal de nuevo triunfo de las tropas revolucionarias contra las fuerzas españolas que guarnecían dicho pueblo, compuestas de unos 300 hombres, los cuales por igual falta de municiones se rindíeron al ejército revolucionario.

Avanzaron á marcha forzada por él, y llegando á la peña de Sobeyana se detuvieron. Era el sitio más á propósito para la siniestra emboscada que preparaban. Ocultos entre los avellanos y nogales que guarnecían el camino esperaron. No se tardó media hora sin que llegasen á sus oídos los ¡ijujús! de los del Condado, que regresaban los primeros á sus casas henchidos de alegría y orgullo.

Manrique de Lara, arredrado ante el peligro, ordenó la retirada de las fuerzas que guarnecían las provincias más remotas de la capital, medida funestísima que dió origen a nuevas y más devastadoras incursiones de los piratas en las provincias cristianas, que con ésto sufrieron gravísimos daños.

El fúnebre camino atravesaba la cañada del Oso, revestida a aquella hora de sombrío y tenebroso aspecto. Los campeches, escondiendo en el rojizo terreno sus pies, guarnecían la senda como en fila india, y sus inclinadas ramas parecían echar una extraña bendición sobre el féretro que avanzaba lentamente.