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Se llamaban: La Biznaga, El Hinojal y La Macuca. No era prudente titular con títulos tan feos. Habían resuelto, pues, que titularían sobre un cortijo de Rosita llamado Camarena; y ya soñaban con ser Marqueses de Camarena, conformándose por lo pronto con el condado de San Teódulo, mártir tebano y andaluz a la vez, lo cual, entendido como aquí debe entenderse, no implica contradicción.

Raimundo Berenguer III, conde de Barcelona, adquirió en 1112 el condado de Provenza y otros territorios de la Francia meridional; su hijo primogénito Raimundo Berenguer IV ciñó en sus sienes las coronas de Aragón y Barcelona, y por último su nieto Alfonso II sujetó á su cetro todo el Aragón, Cataluña y la Provenza . Si su padre favoreció mucho á los poetas, él, desde el principio de su reinado, se declaró su protector y Mecenas.

-Calla, Sancho, pues ves que mi reclusión y retirada no ha de pasar de un año; que luego volveré a mis honrados ejercicios, y no me ha de faltar reino que gane y algún condado que darte. -Dios lo oiga -dijo Sancho-, y el pecado sea sordo, que siempre he oído decir que más vale buena esperanza que ruin posesión.

Repuestos prontamente, se lanzaron sobre él más de treinta mozos del Condado á cuyo frente se hallaba el impávido Lin de la Ferrera, que ocupaba la retaguardia de la hueste y le obligaron á replegarse con sus diez ó doce compañeros hacia el Barrero, sitio más elevado del lugar.

Confieso que á juzgar por su aspecto no hubiera esperado de él tanta entereza. Pues yo declaro que el aire de Burdeos ha trocado á mi compañero en gallo de pelea, porque jamás había salido del condado de Hanson joven más apacible y modesto que él. ¿, eh?

Pero si es vuestro deseo cambiar gloria y renombre por vil lucro y seguir en esta comarca entre la molicie y el saqueo, buscad otro jefe, que yo he vivido honrado y con honra he de morir. Entre vosotros hay muchos hijos del condado de Hanson; que hablen los primeros y digan si están prontos á seguir la bandera de Morel.

Y lo que es el coche, la elegancia, el condado, la renta de los 15.000, los conciertos del Buen Retiro y otra infinidad de circunstancias, nada tienen que ver con la naturaleza; están por cima de ella; pueden y deben calificarse de sobrenaturales, ya que van añadidas y como sobrepuestas a lo natural por la cultura del siglo.

Había llegado la columna á las últimas casas del pueblo cuando el señor de Morel salió del castillo, caballero en el brioso Ardorel, negro como el azabache y el mejor caballo de batalla de todo el condado. Vestía el barón de terciopelo negro y birrete de lo mismo con larga pluma blanca, sujeta por un broche de oro, y no llevaba más armas que su espada, suspendida del arzón.

¿No lo dije yo? -dijo oyendo esto Sancho-. que no estaba yo borracho: ¡mirad si tiene puesto ya en sal mi amo al gigante! ¡Ciertos son los toros: mi condado está de molde! ¿Quién no había de reír con los disparates de los dos, amo y mozo? Todos reían sino el ventero, que se daba a Satanás.

En dirección contraria veíase un grupo de mocetones ingleses, arqueros del condado de Estápleton á juzgar por el pelícano azul cosido sobre el coleto; gente alegre de cascos y dura de puños, que bebían á más y mejor y cantaban á voz en cuello y cuya presencia obligaba al mercader á apresurar el paso, mientras su fámula ocultaba el rostro con el manto al oir los piropos nada delicados de aquella turba.