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El convoy queda seguro en la ciudad M, adonde me he replegado, abandonando al enemigo unas posiciones que me eran inútiles, y dejándole que se cebase en una porcion de viveres que en el ardor de la refriega cayeron en su poder, á causa de un desórden momentáneo que se debió al miedo de los bagajerosEl negocio presenta mal aspecto; á pesar de todos los rodeos, se conoce que el vencedor ha perdido una parte del convoy, y no ha podido pasar con lo restante.

Antes de partir, Ferragut recibía un pliego cerrado y sellado, lo mismo que los otros capitanes. Era del jefe del convoy, comandante de un contratorpedero ó simple oficial de la reserva marítima, encargado de un buquecito de pesca con cañones de tiro rápido. Los vapores empezaban á echar humo y á levar anclas, sin saber adónde iban. El pliego sólo era abierto en el momento de partir.

, Wittmann; los días son cortos, y los caminos, a través de los bosques, difíciles después de las seis; tengo que llegar a buena hora. Entonces, buen viaje, maestro Juan Claudio. Hullin salió y atravesó la plaza apartando la vista del convoy, que estaba aún parado a la puerta de la iglesia.

Me aproximé después que el tren hubo partido, á uno de los que acababan de subir al convoy, y á mis preguntas me relató lo ocurrido en los términos siguientes: A la 1 y 20 de esta tarde se encontraban todos los tranquilos habitantes de este pequeño pueblo ocupados en sus habituales tareas, cuando se oyeron gritos por la parte llamada "El Palmar". Nadie al principio creyó lo que momentos después habían de presenciar.

El convoy que los conducía hubo de sufrir en El Cristo un retraso como de media hora, pues en la vía se encontraba un tren de carga que había tenido un percance.

Es ciertamente terrible y da lugar á sospechar falta de afecciones; marchan á pié detras del convoy fúnebre que guarda una persona adorada, á otra que le fué inmediata y querida: ninguna ley, ninguna costumbre del mundo pueden obligar al corazon á que se quiebre y se rompa en tan tremenda prueba; jamas el alma apasionada podrá prestarse á un suplicio tan duro.

Cesó de hablar un momento y no hizo caso de la mirada de su amigo, que parecía preguntarle qué interés podía tener para él este relato. Estábamos al borde de un terraplén, apoyados en la valla, y nuestras cabezas quedaban al mismo nivel que las de los hombres agrupados en los vagones. El largo convoy, cuya cabeza tocaba ya la estación, iba avanzando lentamente.

Quedaba, no obstante, en los desfiladeros de Despeñaperros bastante gente para detener todos o la mayor parte de los correos, y en varios puntos, apostadas las mujeres o los chiquillos en lo escabroso de aquellas angosturas, avisaban la proximidad del convoy para que luego cayeran sobre él los hombres.

El cura montó a caballo, con todo su pueblo, que lo quería como a su corazón; se le fueron juntando los caporales y los sirvientes de las haciendas, que eran la caballería; los indios iban a pie, con palos y flechas, o con hondas y lanzas. Se le unió un regimiento y tomó un convoy de pólvora que iba para los españoles. Entró triunfante en Celaya, con músicas y vivas.

De cuando en cuando, una especie de estremecimiento agitaba todo el convoy; veíase entonces algunos heridos que se incorporaban un poco lanzando prolongados gemidos y volviendo a caer en seguida, como si la muerte hubiera hecho su recorrido en aquel momento. Después, nuevamente se hacía el silencio.