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Paciencia y barajar, como se dice en nuestro país. Estoy asomado al balcon, y al inclinar la vista un poco hácia la izquierda, casi frente por frente, á través de los vidrios de un balcon principal, veo una mujer vestida de luto, jóven, muy blanca, más blanca de lo que realmente es, porque va vestida de negro.

Los trabajadores se marcharon alegres, algunos a sus casas, los más a la taberna; el bolsillo verde quedó vacío, y el cura asomado a la ventana pasó un rato contemplando aquellas piedras; que según las miraba debían de tener para él oculto y misterioso encanto. Durante la semana siguiente, el trabajo cundió tanto que casi quedó limpio el solar.

¿Es un secreto tan grande? ¡No, hombre!... Hice un telegrama que había prometido a Clota. La fisonomía de Ricardo se nubló intensamente, y aun cuando las sombras de su espíritu no hubieran asomado al semblante, su repentino silencio las habría delatado.

El asistente, obedeciendo las órdenes de su capitán, comenzó á descargar golpes en la sillería del coro, y después que hubo reunido una gran cantidad de leña que fué apilando al pie de las gradas del presbiterio, tomó la linterna y se dispuso á hacer un auto de fe con aquellos fragmentos tallados de riquísimas labores, entre los que se veían por aquí parte de una columnilla salomónica, por allá la imagen de un santo abad, el torso de una mujer, ó la disforme cabeza de un grifo asomado entre hojarasca.

Algunos vecinos se habían asomado; algunos transeúntes trabaron conversación con el venerable Tres Pesetas, y ya sea que un ebrio se distrae fácilmente, ya que les impusiera temor la actitud firme del militar, lo cierto es que los cuatro amigos de Calleja dejaron en paz á Elías, el cual, ayudado de su protector, se levantó como pudo y se puso el gorro que casi había perdido la forma bajo los pies del matutero.

Comenzó a componer endechas y letrillas que hubieran podido servir para Nuestra Señora, y largos y conceptuosos discursos con que pensaba abordar a su amada, en la primera ocasión. Algunas noches, apagando la luz de su aposento, pasábase horas enteras asomado a la ventana.

El día veinticuatro de aquel mes, pasadas las seis de la tarde, tres gruesos galeones dejaban la bahía, desplegando una a una sus velas numerosas, que tomaban al pronto en el crepúsculo vivo tinte de oro y de sangre. En uno de ellos iba Ramiro asomado a la borda, y tendiendo su mirada, su imaginación y toda su alma hacia la fabulosa esperanza del horizonte.

Diciendo estas palabras, cogió por un brazo a la niña, procurando levantarla. ¡No me da la gana! dijo la enferma, desprendiéndose de la mano que la retenía, con una fuerte sacudida. Tan suavita es la hija como el padre; quien lo hereda no lo hurta murmuró Momo, que se había asomado a la puerta. Como está mala, está impaciente dijo su padre, tratando de disculparla.

En ese momento llegaban al corredor, en el que, asomado por la puerta de la sala y haciendo visera con la mano, decía Ricardo: ¿Se han quedado dormidos?... No, sería ofensivo le contestó Melchor al subir al corredor, porque con mala música no se puede dormir, según la célebre anécdota. ¿Y de dónde vienen? Nos alejamos un poco para oírte mejor.

El pantalón tenía los bordes levantados sobre unas babuchas blancas que contenían sus pies desnudos. En el lugar del corazón llevaba bordada una cifra, cuyas letras no pudo desenmarañar Ulises. Encima de esta cifra avanzaba su punta un pañuelo asomado á la abertura del bolsillo.