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A la sazón salía Ricardo; vióle Teresa, y la pobre niña se encendió como una amapola, bajó los ojos, y se adelantó. Cuando yo le tendí la mano estaba trémula y sofocada por la exitación. Mi «amigo» la miraba desdeñoso y altivo. No bien nos alejamos de la botica, se soltó Luisa: ¡Conque se casa usted!

Estos se echaron como perros, y un momento después iban los dos policías al fondo del mar cosidos a puñaladas. En seguida nos alejamos del puerto, y al día siguiente volvimos a hacer el desembarco de los fardos con perfecta tranquilidad. Como barco cuya tripulación la formaban gentes perseguidas y fuera de la ley, había allá mucho tipo extraño.

Cuando nos alejamos de un puerto, sabemos bien que no es el puerto lo que se aleja; y no obstante la ilusion es completa, el puerto huye. De esto se infiere que el movimiento no es mas para nosotros que el cambio de posicion respectiva de los cuerpos. Si no hubiésemos experimentado este cambio, no tendríamos idea de movimiento.

Seguramente lo hubiéramos hecho, si aquella mujer hubiera levantado la vista hácia nosotros, pero en balde. Al pasar esta vez por su orilla, esforzamos la voz, procuramos hacer ruido; nada: aquellos ojos estaban cosidos al zapato. Nosotros pasamos por fin, nos alejamos volviendo la cara, hasta que la perdimos de vista. La saboyana quedó allí. ¿Hemos hecho bien en no hablarla?

Pero con la caída de ese monstruo, entraremos por lo menos en el camino que conduce a porvenir tan bello, en lugar de que bajo su funesta impulsión nos alejamos más y más cada día, y vamos a pasos agigantados retrocediendo a la barbarie, a la desmoralización y a la pobreza.

La hermosura de la joven, su distinción innegable, su modo de vestir, sencillo y honesto, hicieron en la noble dama profunda impresión. «En cuanto al parecido continuó esta , nada tengo que decir, porque si alguno hay, es puramente casual... Me hará usted un favor en retirarse». Tiró de la campanilla, y se alejó serenamente sin prisa y sin cólera, como nos alejamos después de aplastar un insecto.

540 Nosotros nos alejamos para no ver tanto estrago; Cruz sentia los amagos de la peste que reinaba, y la idea nos acosaba de volver a nuestros pagos. 541 Pero contra el plan mejor el destino se rebela. ¡La sangre se me congela! El que nos había salvado cayó tambien atacado de la fiebre y la virgüela.

Tío, usted se queda con sus amigos y me devuelve la compañera, ¿no es así? le dije a mi tío Ramón. Te la entrego, siempre que ella lo consienta me contestó, y como Blanca se desprendiera sonriendo de su brazo, mi tío la dejó hacer y nos alejamos de nuevo de aquel grupo, que formaba uno de los más interesantes cuadros del salón.

Ni desembarcamos tampoco, aunque nos detuvimos en Funchal un día entero. Cuando de allí nos alejamos, toda la hermosa isla de Madera, con su montaña cubierta hasta la cima de pomposos árboles, me parecía rico y gracioso canastillo de flores, que los Genios del mar sacaban al aire claro, al más diáfano ambiente, desde el fresco seno de las azules ondas.

En ese momento llegaban al corredor, en el que, asomado por la puerta de la sala y haciendo visera con la mano, decía Ricardo: ¿Se han quedado dormidos?... No, sería ofensivo le contestó Melchor al subir al corredor, porque con mala música no se puede dormir, según la célebre anécdota. ¿Y de dónde vienen? Nos alejamos un poco para oírte mejor.