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Actualizado: 9 de junio de 2025
Tomáronle declaracion á este, no declaró nada; y habiéndole probado que se habia asomado al balcon, por tamaño delito fué condenado á pagar quinientas onzas do oro, y dió las gracias á los jueces por su mucha benignidad, que así era costumbre en Babilonia, ¡Gran Dios, decia Zadig entre sí, qué desgraciado es quien se pasea en un bosque por donde haya pasado el caballo del rey, ó la perrita de la reyna! ¡Qué de peligros corre quien á su balcon se asoma! ¡Qué cosa tan difícil es ser dichoso en esta vida!
Los marineros, después de atravesar el caserío de Monte-Carlo entre estandartes y aclamaciones, entraban en pleno campo, perdiéndose sus gritos sin eco alguno. Por esto su atención se concentró en aquella terraza florida y en el hombre asomado á ella. Fué como una revista: los vagones, uno por uno, se animaban al pasar ante el príncipe.
Responder a mi pregunta, dejar el juego y lanzarse a abrir el postigo, mientras los otros chicuelos, suspensos y algo cortados, me contemplaban con los ojos muy abiertos, fue todo uno; y no bien hubo asomado la cabecita al corral, cuando ya comenzó a gritar allí: ¡Madre!... ¡madreee! ¡Aquí está un señor que viene a casa!
Gustavo Núñez asomado a la ventanilla les vio alejarse en esta forma para montar en el landau que les aguardaba. En los ojos expresivos del pintor se pintaban al mismo tiempo diversos sentimientos; la cólera, el deseo, la amenaza, la burla. Mientras tanto Clara y Tristán caminaban en amor y compaña la vuelta del Sotillo a campo traviesa. Dejando los caballos al paso conversaban animadamente.
Asomado al bolsillo del gigante, se consideraba tan enorme como éste, viendo empequeñecidos á todos sus adversarios. Siempre que el Hombre-Montaña pasaba junto á un edificio público, él escupía desde la altura, como si pretendiese con esto consumar su destrucción. Varias veces rió viendo moverse abajo, como despreciables insectos, á los que estaban encargados de perseguirle.
El alma de treinta años de existencia aún conmovida, palpitaba en aquel estrecho gabinete; y cuando Domingo estaba en él, delante de mí, asomado a la ventana, un poco distraído y tal vez perseguido aún por el eco de antiguos rumores, era cosa de saber si había venido para evocar lo que él llamaba la sombra de él mismo o para olvidarla.
El día en que lloró usted asomado a la ventanilla, yo lo vi y estuve a punto de pedirle perdón y de saltarle al cuello, pero el orgullo me contuvo. Yo pertenezco a una raza ilustre, amigo mío, y soy la única en mi familia que se haya vendido por dinero. El día que fuimos a Pompeya, estuve a punto de descubrirme. ¿Se acuerda usted?
Veíala aparecer en uno de los balcones de la antigua casa en que vivía o asomado el rostro risueño y sonrosado detrás de los cristales; linda como nunca, llena de juventud, perfumada de gracia y de castidad.
Pero me había dormido con la curiosidad recelosa de conocer de vista la tierra en que voluntariamente acababa de sepultarme; y sintiendo revivir de golpe aquel vehemente deseo al ver un poco de luz que se filtraba por los resquicios de las puertas, levantéme de prisa, lavéme tiritando de frío, envolvíme en el abrigo más espeso de los varios que tenía a mi alcance, y me asomé al mismo balcón a que me había asomado por la noche.
Por los claustros vagan sombras pensativas de doctores que escribieron en las celdas o incensaron el altar; y del Sol a los postreros moribundos resplandores a un alféizar asomado se ve a un fraile meditar.
Palabra del Dia
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