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Desprendiéndose del brazo, se pasó Zakunine una mano por los ojos, y en seguida se alejó. En el umbral de la puerta, antes de desaparecer entre las sombras, se volvió una vez más. ¡Adiós!

Diciendo estas palabras, cogió por un brazo a la niña, procurando levantarla. ¡No me da la gana! dijo la enferma, desprendiéndose de la mano que la retenía, con una fuerte sacudida. Tan suavita es la hija como el padre; quien lo hereda no lo hurta murmuró Momo, que se había asomado a la puerta. Como está mala, está impaciente dijo su padre, tratando de disculparla.

El señor duque no está visible para usted.... ¡Sígame, o llamo! Y al mismo tiempo echó una mirada en torno como en ademán de cumplir su promesa. La Estuardo empalideció aún más. Desprendiéndose del brazo de Dávalos la siguió al fin. Esta escena había sido observada por varias personas; pero nadie osó seguirlas si no es el demente Manolo, que lo hizo de lejos.

Volvió á abrazarles Torquemada, diciéndoles con melosa voz: «Hijos míos, sed buenos y que os aproveche el ejemplo que os doy. Favoreced al pobre, amad al prójimo, y así como yo os he compadecido, compadecedme á , porque soy muy desgraciado. Ya dijo Isidora, desprendiéndose de los brazos del avaro, que tiene usted al niño malo. ¡Pobrecito! Verá usted cómo se le pone bueno ahora....

La chiquilla se reía aún, con tanta gana y tan francamente, que me obligó á hacer lo mismo. Por nada repuso desprendiéndose de mi brazo repentinamente y echando á correr. La seguí y la alcancé pronto. La niña, sin decir nada, volvió á tomar mi brazo. Caminamos un buen rato en silencio. Yo iba pensando ansiosamente en lo que iba á decir ó en lo que iba á hacer.

Lope y Cervantes hablan en términos honoríficos del aplauso que merecieron las obras dramáticas de Virués , desprendiéndose de sus alabanzas que debía ser un poeta de primer orden. La crítica imparcial, sin embargo, nunca podrá darle este nombre.

¿Y V. por qué ha hecho eso? le pregunté con la falta de delicadeza, mejor dicho, con la brutalidad de que solemos estar tan bien provistos los caballeros. Por nada repuso desprendiéndose de mi brazo repentinamente y echando a correr. La seguí y la alcancé pronto. ¡Qué polvorilla es V.! le dije echándolo a broma ¡Vaya un modo de despedirse!... Perdón si la he ofendido...

En vano Melia le hacía signos de que se callase, mostrándole a Kernok dormido; Zeli, que no se atenía más que a la orden que había recibido, repitió con una voz más fuerte: ¡Capitán, todo está dispuesto! ¡Eh!... ¿qué hay?... ¿qué es eso?... dijo Kernok desprendiéndose de los brazos de la joven. Capitán, todo está dispuesto repitió Zeli por tercera vez, con una entonación aún más elevada.

Pero éste no era hombre que se entregaba rendido á semejantes debilidades; así es que, desprendiéndose de los brazos de su costilla, cogió entre los suyos al menor de sus hijos, mandó á los otros que le siguieran, obligó á su mujer á quedarse en casa, y salió de ella precipitadamente, cerrando detrás de la puerta de la escalera.

Y desprendiéndose de esta amalgama fúnebre, kepis rojos y obscuros, gorros orientales, cascos con melenas de crines, sables retorcidos, bayonetas rotas, fusiles, montones de cartuchos de cañón. Los caballos muertos abullonaban la llanura con sus costillares hinchados. Vehículos de artillería con las maderas consumidas y el armazón de hierro retorcido revelaban el trágico momento de la voladura.