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Sin previo saludo ni la más leve inclinación de cabeza, ni hacer caso alguno de su acompañante, ésta le puso la mano en el hombro, diciéndola: Tenga usted la bondad de escuchar una palabra. María Estuardo empalideció, titubeó unos instantes, y por fin dijo con firmeza y ademán orgulloso: Nada tengo que hablar con usted. A quien deseo ver es al dueño de la casa, al duque de Requena.

No obstante, pasados algunos otros meses, comenzó de nuevo a sentir alguna molestia en el estómago: empalideció aún más y enflaqueció. Achacolo al desarreglo de las horas de dormir y comer. No le dio importancia: siguió haciendo la misma vida.

Tiró de la campanilla y dijo con singular inflexión a la doncella que acudió: Paula, que traigan un vaso de agua. Pocos instantes después se presentó Josefina, pobremente vestida, con un mandilito de tela burda, calzados los pies con toscos zapatos, soportando trabajosamente entre sus pequeñas manos una bandeja con vaso de agua y azucarillo. Los tertulios quedaron estupefactos. Luis empalideció.

Fernanda tardó en darse cuenta de que aquella algazara iba contra ella. Cuando, por algunos gritos que llegaron a sus oídos, vino en conocimiento de ello, empalideció, sus ojos se dilataron y, dando un grito, precipitose a la ventanilla para arrojarse fuera. Granate la detuvo sujetándola por la cintura.

Pero el rostro de la niña al hacerlo empalideció, dió unos pasos atrás como si estuviese mareada y se dejó caer sobre un cable enrollado; tapóse los ojos con las manos y comenzó á sollozar fuertemente. Quedaron estupefactos todos. Hubo unos momentos de silencio. Varios acudieron al fin solícitos preguntándole: ¿Qué te pasa, Mercedes? ¿Te has puesto mala? ¿Qué te pasa, hija, qué te pasa?

Eso no lo hace ningún hombre que tenga vergüenza, ¿sabe usted? El carpintero empalideció á su vez. ¡Voto á Dios! ¿Me estás insultando? , señor, lo repito gritó aún más sofocado el novio. ¡Es usted un sin vergüenza! ¡un canalla!

Tengo un payé poderosísimo: llevo en el pecho tres plumas de caburé. Usted es casi del país; usted sabe lo que es eso. No hay hombre ni fiera que pueda nada contra . ¡Macanas!... ¡Todo macanas! Ya había surgido la terrible palabra. El policía empalideció al verse desmentido con un tono de desprecio. Pero ¿no le digo que tengo un payé?... Mírelo. A usted solo se lo enseño.

Fué el gran dolor de su vida hasta entonces; el único quizá, pues sus padres la criaban con melindres y regalos inusitados. Pocos días después experimentó otro, sin embargo. Nolo, cortando una rama de castaño, se dió un tajo terrible en la mano y soltó mucha sangre. Demetria al verla empalideció; concluyó por desmayarse.

Y tuvo el segundo y perdió el primero; y tuvo el tercero y perdió el segundo, y así sucesivamente hasta el octavo. Esto acabó de agriar su carácter, la acartonó sin tiempo y empalideció sus carnes hasta la lividez; quiso templar sus amarguras maternales con algún entretenimiento que se las distrajera, y se encenagó en el vicio de hacer calceta.

Toribión de Lorío empalideció también; pero reponiéndose presto se lanzó sobre su rival soltando espumarajos de cólera. Alzó su garrote enorme como una tranca que sólo él era capaz de manejar y lo descargó con tal ímpetu sobre la cabeza de Nolo que se la hubiera partido si éste no hubiera evitado el golpe esquivando el cuerpo.