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Situáronse á un cuarto de legua del pueblo, y al amanecer del siguiente día se vieron brillar á lo lejos las bayonetas de los franceses. La guerrilla les hostilizó con fuegos esparcidos: al principio, los franceses vacilaron con la sorpresa; mas repuestos un poco, atacaron á los nuestros. El combate fué encarnizado. Elías y Chacón se miraron con angustia.

Allí creía estar mejor guardado de las fieras sueltas, que iban exigiendo que las enseñasen las manos. Al poco rato pareciole que la ciudad despertaba. Sonó a lo lejos un estruendo que hacía temblar el suelo, y poco después pasó al trote un escuadrón de lanceros por la calle Larga. Luego, al extremo de ésta, brillaron las hileras de bayonetas y avanzó la infantería con rítmico paso.

Cuando hubo cambiado de traje, cualquiera hubiese tomado al anciano cazador, a pesar de sus grandes bigotes grises, por un aldeano de la montaña alta. Sus dos hijos, muy satisfechos de tomar parte en aquella primera expedición, repasaban las espoletas de las carabinas, y sacando las bayonetas de caza, largas y rectas como espadas, las colocaron al extremo de los cañones.

Caminaba delante un grueso pelotón de fornidos ratones, gente toda de guerra, cuyas aceradas bayonetas de finas agujas relumbraban á veces en la obscuridad. Detrás venía otro pelotón no menos numeroso, armados también hasta los dientes.

También es verdad que les he facilitado el dinero que pude, pero no es exacto que haya ocultado solamente en casa de mi padre boinas y polainas; he ocultado también armas, fusiles con sus bayonetas y municiones. Los oficiales del Consejo quedaron estupefactos. El mismo general, a pesar de su temperamento colérico, permaneció algunos instantes suspenso ante la audacia de aquella niña.

Pero éste le contuvo: «Franco-tiradores disfrazados, que van á recibir su castigoLas bayonetas alemanas se hundieron en sus cuerpos. Después, una culata cayó sobre la cabeza de uno de ellos... Y los golpes se repitieron con sordo martilleo sobre las cápsulas óseas, que crujían al romperse.

A decir verdad, más de un montañés valiente, padre de familia, al ver subir aquella selva de bayonetas, a pesar de las descargas, pensó que quizás hubiera sido más prudente haberse quedado en la aldea que meterse en una aventura semejante. Pero, como dice el refrán, «cuando el vino está servido hay que apurar las copas».

Todo eso es prodigioso, aun relativamente á los demas países europeos, y hace mucho honor al espíritu práctico y progresista de la Confederacion suiza; ademas, es un ejemplo muy digno de ser imitado, porque contiene una gran demostracion en favor de esa política moderna que tiende á suprimir las fronteras, y busca la fuerza de los pueblos no en el número de sus bayonetas y el poder de sus fortificaciones y precauciones egoistas y suspicaces, sino en la multiplicacion de los cambios, sean de ideas ó de valores económicos.

Y todo el conjunto erizado de refulgentes bayonetas, que subían a paso de carga hacia los parapetos. Materne, el cazador, asomando su gran nariz aguileña por encima de una rama de enebro y enarcando las cejas, observaba también la llegada de los alemanes. Y como tenía muy buena vista, distinguía las caras entre aquella multitud y podía elegir la persona que quería derribar.

No era un rumor confuso y fantástico, como los que produce el viento o la mar, sino firme y bien definido, perfectamente claro para sus oídos. Pronto se convirtió en el ruido acompasado y característico de la muchedumbre que marcha ordenadamente. Los ojos atónitos de la joven distinguieron a la luz del farol las puntas de las bayonetas y los roses charolados de la tropa.