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Caminó el gigante unas tres horas en pos del automóvil donde iba su traductor, rodando detrás de él los otros vehículos llenos de soldados. Al entrar en la selva se hundió en una arboleda que tenía siglos y sólo le llegaba á los hombros, pasando muy contadas veces sus ramas por encima de su cabeza.

Reina la vida del hormiguero: un hormiguero de percherones gigantescos, de carros monstruosos, de toda clase de vehículos. El vendedor de periódicos, rosado y risueño, salta como un gorrión, de tranvía en tranvía, y grita al pasajero ¡intanrsooonwoood!, lo que quiere decir, si gustáis comprar cualquiera de esos tres diarios, el Evening Telegram, el Sun o el World.

Y en todos estos vehículos, que únicamente conservaban nuevos y vigorosos sus motores, vió soldados, muchos soldados, pero todos heridos, con la cabeza y las piernas entrapajadas, rostros pálidos que una barba crecida hacía aún más trágicos, ojos de fiebre que miraban fijamente, bocas dilatadas como si se hubiese solidificado en ellas el gemido del dolor.

Ninguna ciudad alemana tuvo mas conventos y mendigos que Colonia; ninguna de las de la region del Rin interior tiene hoy en su puerto tantos vapores y vehículos de actividad económica. Pero es verdad tambien que ninguna ofrece un contraste tan vigoroso y chocante entre su conjunto ú aspecto exterior y su interior.

En los otros vehículos llegaban montañas de panes cada uno de ellos del tamaño de un grano de maíz ante los ojos del gigante , pirámides de frutas enormes para los pigmeos, pero que venían á ser del volumen de un cañamón, y montones de quesos. Una sección de atletas agregados al ejército traía en varios vagones una docena de toneles de agua.

El automóvil permanecía ante su puerta. Esta era otra de las originalidades de Alicia. A todas horas del día y de la noche, uno de sus diversos vehículos de lujo se hallaba estacionado frente á la escalinata.

Además hacían mayor la confusión muchas familias de la alta sociedad, que, al enterarse por los periódicos de un espectáculo tan inesperado, llegaban ansiosamente sobre sus rápidos vehículos. Estas gentes privilegiadas se iban colocando junto al coloso, sin que los oficiales de la policía se atreviesen á hacerles retroceder.

Ella atravesó el gentío sonriendo protectoramente como un dios, pasó igualmente entre los oficiales hembras, que la saludaban como á una gloria nacional, y consideró que debía colocarse por su rango á la cabeza de todos los vehículos privilegiados, ó sea junto á las piernas del gigante.

Toda la servidumbre masculina estaba movilizada: unos en el ejército francés, otros en el italiano. Al día siguiente de su llegada, maquinalmente había pedido el automóvil para ir á Monte-Carlo. No le faltaban vehículos. Tres de las mejores marcas estaban como olvidados en su garage.

Como Santorcaz era pobre, y yo más pobre todavía, nuestro viaje fué tan irregular, cual los que en antiguas novelas vemos descritos. No adoptamos sistemáticamente ninguna de las clases de incómodos vehículos conocidos en nuestra España; en varias ocasiones anduvimos en galera, otras en macho, si nos franqueaban sus caballerías los arrieros que tornaban a la Mancha de vacío, y las más veces a pie.