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Extendíase esta frente a ella, solitaria por completo, subiendo en suave declive hasta la de Serrano, y veíanse cruzar a través, con cierto aspecto fantástico, como por el cristal de una linterna mágica, transeúntes que el frío hacía marchar apresurados, coches que llevaban máscaras a los bailes, y de cuando en cuando, los tranvías que subían y bajaban con sordo ruido, pareciendo a lo lejos monstruosos faroles ambulantes.

Las mujeres, vestidas de negro, van por los caminos titubeando á través de los escombros y de los embudos abiertos por los proyectiles monstruosos. Perdieron sus hijos, vieron fusilar sus maridos; ahora exploran el suelo en busca de su casa que fué... Pero el invierno de la guerra ha terminado; ya llega la primavera de la paz.

Se me representan los barcos, no como ciegas máquinas de guerra, obedientes al hombre, sino como verdaderos gigantes, seres vivos y monstruosos que luchaban por , poniendo en acción, como ágiles miembros, su velamen, y cual terribles armas, la poderosa artillería de sus costados.

Y de este modo iban intercalando en el continuo ¡haup, haup! toda clase de interjecciones amenazantes, de monstruosos juramentos que hacían encabritarse al barrenador como si recibiese un latigazo, para caer de nuevo en el desaliento. Faltaban pocos minutos para terminarla apuesta. El Chiquito estaba en la mitad de un agujero y aún le faltaba abrir otro.

Todos los pecados, por monstruosos que sean, reciben absolución en el confesonario; pero la más mínima duda del confeso en materia de fe nos impide absolverlo. Ahora bien: como todo esto es de sentido común, debe permanecer en secreto para los que no tienen sentido común, sean clérigos, sean seglares. ¿Comprende usted? Comprendo, comprendo asentí.

Puentes de una sola pieza ocultan el torrente; vénse abismarse y desaparecer las aguas bajo el enorme arco y hasta su ruido deja de oirse. Entre los monstruosos edificios aparecen formas gigantescas, como las de los animales fósiles, cuyas osamentas dislocadas se hallan algunas veces en las capas terrestres.

Los que han tenido dicho intento, y no han sido pocos, han dado a luz por lo común monstruosos engendros. A nuestro ver, la epopeya trascendental, menos realizable que la cuadratura del círculo, que el movimiento continuo, y que el arte de hacer oro, es una mala tentación, muy cercana de la locura.

Por encima de su cabeza flotaba el negro y colosal penacho de humo sujeto al cañón de la máquina que al disiparse en la atmósfera se partía formando mil extraños y monstruosos fantasmas. Estos fantasmas, al huir de la vía arrastrándose por el suelo, le decían también lúgubremente: ¡solo!, ¡solo!

En las hojas de los árboles se halla una gran variedad de esos monstruosos y misteriosos seres, llamados por la ciencia Fasmidos, los mismos que son conocidos en el lenguaje vulgar por bichos hojas, bichos palos y bichos troncos. Quien no haya visto uno de estos extraordinarios animales, no es posible pueda figurarse la absoluta semejanza que tienen con los vegetales.

Unos naranjos agrios destacaban su verde ramazón sobre los muros de la iglesia, ennegrecida sillería perforada por largos ventanales cegados con tapia. De los estribos salientes de su refuerzo surgían, en lo más alto, monstruosos endriagos de piedra, carcomida. En su nave única quedaba muy poco de este exterior romántico.