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Pero al reconocerse bien despierta y al observar que continuaba el ruido, se incorporó en el lecho, puso atención.... Se oían pasos en la casa... tocaron suavemente a la puerta de su alcoba... sonó una voz.... Sola saltó instintivamente 25 de su lecho. Empezó a vestirse a toda prisa.... No acertaba a vestirse.... Soy yo.... Espera... un momento.... Espera que me vista....

Mientras tanto, iba acercándose la noche; sus tonos grises se extendían por los atrincheramientos y por el abismo, envolviendo en el misterio aquellas horribles escenas. La gente iba y venía entre los despojos de la batalla sin reconocerse. Materne, después de haber secado la bayoneta, llamó a sus hijos con voz ronca. ¡Eh! ¡Kasper! ¡Frantz!

Era una chaqueta blanca arrojada con descuido, y que causaba en el joven la misma impresión de esos rostros que siendo amigos tardan mucho en reconocerse. Llevóse la mano a la frente como si fuera a arañarse con cruel impulso, y sus ojos se dilataron con espanto.

Algunas veces, en medio de sus espantosas pesadillas, despertábase por un instante, un instante nada más, lo preciso para reconocerse incorporado en la cama, con los brazos sujetos por otros brazos que intentaban mantenerlo inmóvil. Y de nuevo volvía a sumirse en aquel mundo de sombras, poblado de espantos.

Sea de esto lo que quiera, creemos que en las partes existentes de la Sacristía del actual convento de la Encarnación, que caen á la calleja llamada de Santa Marta, y en la casa conocida con el nombre de la misma Santa, frontera á la Puerta de la Campanilla, pueden reconocerse todavía restos de la antigua Mezquita de los Osos, en unos fustes de mármoles con capiteles que estimamos árabe-bizantinos, existentes en los sitios mencionados, los cuales, antes de tener noticia de la mezquita, habían llamado nuestra atención y que ya creemos explicarnos satisfactoriamente, como restos de la misma.

Nada sabía; su tía le hablaba poco de Dios, y el maestro de escuela le había dicho sobre el mismo tema mil cosas huecas que nunca pudo comprender bien. Las nociones de su tía y las palabras del maestro se le habían olvidado con el penoso trabajo del taller de sogas y aquella vida errante de juegos, raterías y miseria. Sin saber cómo, este orden de ideas llevole a reconocerse culpable.

La ilusión, el champán y el deseo, fermentando sordamente en él, parecieron explotar de pronto, removidos por las vueltas de la danza. Su brazo retenía enérgicamente el talle de Maud, como temeroso de que pudiese huir; mirábanse en las pupilas con una fijeza agresiva, lo mismo que los luchadores que quieren reconocerse bien en el último instante, antes de caer el uno en brazos del otro.

Una gran concentración de espíritu; una activa e intensa observación de mismo, el instinto de elevarse muy alto cada vez más, y de dominarse no perdiéndose de vista nunca; las transformaciones arrastradoras de la vida con la voluntad de reconocerse en cada nueva faz; la naturaleza que se hace comprender; sentimientos que nacen y enternecen un joven corazón nutrido de su propia sustancia; aquel nombre que se enlaza con otro y versos que se escapan de él como el aroma de una flor en primavera; los esfuerzos fracasados hacia las altas cumbres del ideal; la paz, en fin, que se hace en un espíritu borrascoso, tal vez ambicioso, y de seguro martirizado por quimeras; he ahí, si no me engaño, lo que se podía leer en aquel registro mudo, más significativo en su confusa nemotecnia que muchas memorias escritas.

Cada arruga de la montaña puede reconocerse desde lejos en su verdadera forma por la espléndida corriente de nieve que la ocupa; cada roca saliente revela sus protuberancias en las capas nevadas de distinto espesor, que alternan con la roca desnuda. Donde la peña está formada por estratos regulares, la nieve dibuja limpiamente las líneas de separación.

Prefería inspirar la envidia que había sentido ella al ver á su hermano cubierto de arreos belicosos. Le pareció que entre él y Margarita acababa de interponerse algo que no se derrumbaría nunca, que iría ensanchándose, repeliéndolos en dirección contraria... lejos... muy lejos, hasta donde no pudieran reconocerse al cruzar sus miradas. Siguió tocando este obstáculo en las entrevistas sucesivas.