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De pronto, un sonido metálico, de mística vibración, suave como la voz de una mujer, cortó el aire, envolviendo los ruidos de la calle. Era para Ojeda la más amada de todas las visitas invisibles que venían a buscarles en su encierro amoroso. La campana de don Miguel murmuró tristemente una boca junto a su cuello.

Tenía tres perros magníficos para esta caza, aunque muy inclinados a rastrear coatíes, lo que envolviendo una pérdida de tiempo para el cazador, constituye también la posibilidad de un desastre, pues la dentellada de un coatí degüella sistemáticamente al perro que no supo cogerlo.

He dicho que para salvar la expresion de identidad empleábamos el nombre concreto en lugar del abstracto, envolviendo en aquel la idea del sujeto.

El P. Gil meditaba esto, apoyado en la baranda de un corredor enrejado que su habitación tenía sobre el mar. El sol declinaba entre celajes carmesíes, envolviendo en una onda de luz tibia y rojiza el pueblo y la rada. El lienzo de rocas que la cierra allá enfrente alzaba su masa enorme sobre las aguas, proyectando ya una vasta región de sombra.

El corazón de Juan Claudio se estremeció de alegría al oír aquella voz, y el anciano, antes de entrar, no pudo dejar de mirar un momento por la ventana. La cocina era grande, pero baja de techo, y estaba blanqueada. Una viva hoguera de troncos de haya chisporroteaba en el llar, envolviendo con sus doradas espirales la negra superficie de una enorme olla.

Tampoco hallaron noticia alguna. Las tinieblas más espesas seguían envolviendo aquel misterioso secuestro. El juez parecía desalentado. Ni las declaraciones de D.ª Rafaela ni las del cojo de Arganda arrojaban luz ninguna. Nueva pista no se presentaba. Mario llegó a las once de la mañana a casa de Rivera con el alma y el cuerpo deshechos.

Mientras tanto, iba acercándose la noche; sus tonos grises se extendían por los atrincheramientos y por el abismo, envolviendo en el misterio aquellas horribles escenas. La gente iba y venía entre los despojos de la batalla sin reconocerse. Materne, después de haber secado la bayoneta, llamó a sus hijos con voz ronca. ¡Eh! ¡Kasper! ¡Frantz!

Y nunca estaba Jacinta más celosa que cuando su marido se daba aquellos aires de formalidad, porque la experiencia le había enseñado a conocerle, y ya se sabía, cuando el Delfín se mostraba muy decidor de frases sensatas, envolviendo a la familia en el incienso de su argumentación paradójica, picos pardos seguros.

Sentimos vagamente aquella idea que poco antes aplicábamos á todo; que se filtraba por decirlo así en todos nuestros conocimientos; que era como la vida que circulaba y que sentíamos en todas nuestras percepciones; pero ella en , en su aislamiento, en su pureza, nos escapa de continuo; mezclada con todas las cosas, vemos que es algo distinto de las cosas; la separamos de una, y se une con otra; hacemos un esfuerzo por incomunicarla con todo lo que no sea ella misma, y entonces el espíritu siente una especie de desfallecimiento, como que todo se desvanece á sus ojos; y á falta de realidades, parece contentarse con nombres, que pronuncia y repite mil veces, como envolviendo en ellos lo poco que le resta de realidad.

Contuvo a los poneys durante algunos instantes, obligándolos a estarse quietos en su lugar; luego, envolviendo a los delanteros con una doble y larga ondulación de su látigo, los hizo arrancar de un solo golpe, con incomparable destreza, y salió magistralmente del patio de la estación, en medio de un prolongado murmullo de asombro y admiración.