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Se avergonzó de haber empleado tanto tiempo en leer tales quimeras, cuando estaban ahí los hechos, los hechos constatados, la albúmina, el ácido úrico, el almidón, en triste e injustificado abandono. Y un día que se trató de la prensa en el café sostuvo con D. Dionisio Oliveros, el vate burocrático, una acalorada discusión.

Después que se retiró de Zaragoza y fué á Ateca, una figura iba perpetuamente unida á la suya en aquellas escenas futuras. ¡Insensato! ¿Qué piensas hacer de ella? Una reina. ¿De dónde? Será simplemente la mujer de un gran hombre. Menos tal vez: la mujer de un hombre obscuro... Concluía por concretar el objeto de todas sus quimeras á un retiro pacífico, á un matrimonio feliz.

Tiene el juego en Vichy algo de la higiénica elegancia del pueblo todo, cuyos habitantes se complacen en repetir que en su villa nadie se levantó la tapa de los sesos por cuestión del tapete verde, como sucede en Mónaco a cada paso; de suerte que no se presta la sala del Casino a descripciones del género dramático espeluznante; allí el que pierde se mete las manos en los bolsillos, y sale mejor o peor humorado, según es de nervioso o linfático temperamento, pero convencido de la legalidad de su desplume, que le garantizan agentes de la Autoridad y comisionados de la Compañía arrendataria, presentes siempre para evitar fraudes, quimeras y otros lances, propios solamente de garitos de baja estofa, no de aquellas olímpicas regiones en que se talla calzados los guantes.

En la pequeña estancia, la luz pálida alumbra al reo; fuera, la dormida ciudad con su pesado silencio de necrópolis desierta... Quedan horas no más... Ya es el instante en que todo refluye a la conciencia; en que, a través de todos los recuerdos, y todos los amores y quimeras, el alma quiere mucho más la vida, porque la muerte más y más se acerca... ¡Hora sombría en que sudó con sangre el mismo Cristo en la sagrada huerta...!

De sus paños y tocas las banderas Al aire desplegaban á menudo: Las mismas que salian las primeras Tornaban á salir, y nunca pudo El Ingles entender estas quimeras; Que guarda Dios, si quiere, sin escudo, Y donde él no envía sus favores, Enbalde son humanos guardadores.

-Mira, Sancho, por el mismo que denantes juraste, te juro -dijo don Quijote- que tienes el más corto entendimiento que tiene ni tuvo escudero en el mundo. ¿Que es posible que en cuanto ha que andas conmigo no has echado de ver que todas las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, y que son todas hechas al revés?

¡Entonces!... ¿Cómo puedes permanecer así, plácida e indiferente?... ¿No tienes fe? ¡Oh! mamá querida... Asustada por la exaltación de su madre, Liette se esforzaba en vano por calmarla. En aquella pobre cabeza agotada sonaban todos los cascabeles de sus locas quimeras. La anciana divagaba con delicia y hablaba del matrimonio, de la ceremonia, de los trajes...

Estas no son quimeras, pues basta quererlo y que haya un Gobierno menos brutal que el presente para conseguirlo. El año 1835 emigraron a Norteamérica 500.650 almas; ¿por qué no emigrarían a la República Argentina 100.000 por año si la horrible fama de Rosas no los amedrantase?

Entró de lleno, con vida y alma, en la región de las quimeras deliciosas con que el ilustre Walter Scott y otros novelistas no tan ilustres solazaban a nuestros padres creando una Edad Media para su uso, poblada de trovadores y torneos, de hazañas estupendas, de castillos góticos, de héroes y de amores invencibles.

Esta idea serenaba mis sentidos, embalsamaba el aire y arrojaba sobre toda la naturaleza un encanto indefinible que tenía algo de encantamiento. Me he considerado más dichoso. ¿Por qué? Yo estaba ávido de afectos; ¡y Dios sabe con qué quimeras he llenado a veces el vacío de mi corazón! 4 de septiembre.