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Feo y pedestre como un pliego de aleluyas o como los romances de ciego, el edificio bifronte, con su torre barbiana, el cupulín de la capilla de la Novena, los irregulares techos y cortados muros, con su afeite barato de ocre, sus patios floridos, sus hierros mohosos en la calle y en el alto campanario, ofrece un conjunto gracioso, picante, majo, por decirlo de una vez.

Susana contestó en pedestre prosa, pasando como sobre ascuas, y había de qué, por lo que el primo declamaba, y hablando sólo de sus propósitos, nada de misma.

Eran á modo de juguetes mecánicos como los que había usado él siendo niño: leones, tigres, lagartos y aves de aspecto fatídico, con vistosos colores y ojos abultados. En el interior de estos automóviles iban sentadas otras personas diminutas, iguales á las que navegaban por el aire. Parecían venir de muy lejos, y la muchedumbre pedestre abría paso respetuosamente á sus vehículos.

Además un buey puede ser más gordo o más flaco, más chico o más grande, más viejo o más joven; mientras que un escudo es siempre un escudo, goza de eterna juventud, y tiene o debe tener el mismo peso y la misma ley. Tal es la gran ventaja de que goza esta ciencia. Es tan clara, tan pedestre y tan sencilla, que los niños de la doctrina pudieran entenderla si quisiesen.

Hasta el pueblo elegido para la inauguración matrimonial era horriblemente inculto, antipático y contrario a toda idea de buen tono... Bien se acordaba la dama de aquel lugarón, de aquella posada en que no había ni una silla cómoda en que sentarse, de aquel olor a ganado y a paja, de aquel vino sabiendo a pez y aquellas chuletas sabiendo a cuero... Luego el pedestre Bringas no le hablaba más que de cosas vulgares.

Es el cortesano del Espada, su auxiliar, su lacayo pedestre. El picador, caballero en un esqueleto de caballo mas bien que un caballo, con las piernas aforradas en tablillas de fierro y pantalones de ante muy fuerte, y provisto de una larga púa, se presenta delante del toro, lo busca, lo acosa, lo pica sin piedad ni miedo, y aguarda como un autómata el tremendo golpe de la fiera irritada.

Y ya que del gran Lope de Vega me amparé para dar con buen pié comienzo á mi penosa jornada de hoy, los procedimientos que empleó en su ingeniosísimo soneto he de emplearlos yo en la presente ocasión, con la diferencia de que como el éxito no consiste principalmente en los procedimientos que para obtenerle se ponen en práctica, y en la habilidad del que hace uso de ellos, si al eximio poeta le resultó una joya literaria, á , prosista pedestre, me saldrá lo que quisiere Dios, á quien con cristiana y católica fe me encomiendo de todas veras.

No se acercó ni más ni menos; y eso que ya no tenía allí caballo que lo estorbase. «¡Pero la buena señora se había sublimizado tanto! y como él, por no perderla de vista, y por agradarla, se había hecho el romántico también, el espiritual, el místico... ¡quién diablos iba ahora a arriesgar un ataque personal y pedestre!... ¡Se había puesto aquello en una tessitura endemoniada!». Y lo peor era que no había probabilidades de hacer entrar, en mucho tiempo, a la Regenta por el aro; ¿quién iba a decirle: «bájese usted, amiga mía, que todo esto es volar por los espacios imaginarios»? Por estas consideraciones, que le estaban dando vergüenza, que le parecían ridículas al cabo, don Álvaro resistió el vehemente deseo de pisar un pie a la Regenta o tocarle la pierna con sus rodillas....

Bailes y jotas festejaban el pingüe Octubre, y los mozos vendimiadores aparecían manchados de mosto, feos y soeces como sacristanes, que no sacerdotes, de un Baco pedestre y envilecido.

Al día siguiente, caminaba la tía María hacia la habitación de la enferma, en compañía de Stein y de Momo, escudero pedestre de su abuela, la cual iba montada en la formal Golondrina, que siempre servicial, mansa y dócil, caminaba derecha, con la cabeza caída y las orejas gachas, sin hacer un solo movimiento espontáneo, excepto si se encontraba con un cardo, su homónimo, al alcance de su hocico.