United States or Nicaragua ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero cuando la noche tendía su sudario sobre ese lugar como sobre todas las cosas, y se agregaba el místico viento murmurando su melodía, entonces, ¡oh, entonces se despertaba siempre en el terror por ese lago solitario!

Pero a quien iban particularmente dirigidos los tiros era a don Benigno, el teniente párroco, director de las conciencias femeninas de Sarrió, y caudillo de todos aquellos combates librados contra el pecado. El párroco era un hombre apático, viejo ya, que pasaba la vida en una casita de campo que poseía cerca de la población, dejando de buen grado a su teniente el cuidado del rebaño místico.

Lo místico y lo contemplativo en los jesuítas no fué el fin, sino el medio para apercibirse á la acción y cobrar fuerzas y virtud mayores con que alcanzar en ella la victoria.

Despertaba sonriendo a la luz. Su pensamiento primero, sin falta, era para el Señor. Oía los gritos de los pájaros en la huerta, encontraba en ellos sentido místico, y la piedad matutina de Ana era optimista. El mundo era bueno, Dios se recreaba en su obra.

Comprendo que estoy demasiado bien en este mundo y que tengo mayores bienes de los que me pertenecen. He leído un tratado místico sobre la dulce virtud de la confianza, que me ha hecho un gran bien. Es el tesoro por excelencia, el dulce abandono a la voluntad celestial. 20 de agosto de 1805.

Se estremeció, tuvo un terror vago; acudió de repente a su memoria aquella tarde de la lectura de San Agustín en la glorieta de su huerto, en Loreto, cuando era niña, y creyó oír voces sobrenaturales que estallaban en su cerebro; ahora no tenía la cándida fe de entonces. «Era una casualidad, pura casualidad la presencia de aquel libro místico coincidiendo con los pensamientos de abandono que la entristecían, y despertando ideas de piedad, con fuerte impulso, con calor del alma, serias, profundas, no impuestas, sino como reveladas y acogidas al punto con abrazos del deseo.... Pero no importaba, fuera o no aviso del cielo, ella tomaba la lección, aprovechaba la coincidencia, entendía el sentido profundo del azar. ¿No se quejaba de que estaba sola, no había caído como desvanecida por la idea del abandono?... Pues allí estaban aquellas letras doradas: Obras de Santa Teresa.

El señor Magistral dijo Mesía, hablando por primera vez al corro no es un místico que digamos, pero no creo que sea solicitante. ¿Qué significa eso? preguntó Joaquinito Orgaz. Se lo explicó Foja. Se discutió si el Magistral lo era. Dijeron que no Ronzal, Orgaz padre, el Marquesito, Mesía y otros cuatro; que Foja, Joaquinito y otros dos.

Aquel hombre, que para ella no lo era, fué objeto de una adoración sin límites y reverenciado casi como un dios. Tía Juana conoció los más ideales refinamientos del amor místico, y en alas de la pasión se remontó á un mundo superior, todo poblado de visiones encantadoras.

Ana a veces, no pudiendo elevar su atención a las cosas invisibles, a la contemplación piadosa, procuraba preparar este viaje místico pensando en el Magistral. «¡Oh, qué grande hombre! ¡Y qué bien penetraba en el espíritu, y qué bien hablaba de lo que parece inefable, de los subterráneos de las intenciones, de las delicadezas del sentimiento! ¡Y cuánto le debía ella! ¿Por qué tanto interés si aquella pecadora no lo merecía?». Las lágrimas se agolpaban a los ojos de Ana.

Para eso hay que pensar, y su pensamiento lo ocupan por entero los negocios. Otra vez, como en la tarde anterior, surgió en su conversación el recuerdo de los conquistadores, pero por breves momentos. El hombre de presa, el navegante de espada, había sido en muchas ocasiones un místico.