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Después de emprender Rubens su viaje de vuelta fueron pagados a Velázquez, según consta en los archivos de Palacio, 400 ducados en plata: los 300 a cuenta de sus obras y los 100 por una pintura de Baco que hizo para servicio de S. M. Así se designó entonces la obra más popular de Velázquez: el famoso cuadro de Los Borrachos.

Dice algunas palabras en voz baja a la criada; luego entran en el estudio: las damas, en peplo y traje de mallas, toman el te con unas amigas más vestidas. A la entrada de Terpsy se levantan. TERPSY. ¡Señoras...! ¡Al altar...! Todas suben a un pequeño tablado. Y de súbito, golpeando a un Baco imaginario, las jóvenes se precipitan.

¡Cuerpo de Baco! exclamó aquel hombre , ¿venís ú os disparan, tío? Aquel hombre era don Francisco de Quevedo. El bufón no le contestó: por cima del hombro de Quevedo había visto un paje talludo, rubicundo, que llevaba sobre las palmas de las manos una vianda adornada con yerbas verdes. ¡Allí tal vez!... ¡en aquel plato!... dijo el bufón ¡soltad, vive Dios, ú os mato!...

¡Per Baco! ¡Per Baco! gritaba el alférez, punteando el compás con las palmas. Beatriz postrose por fin como extenuada sobre el almohadón de terciopelo, junto a Ramiro. El perfume de sus ropas parecía más intenso. Leocadia se le acercó de rodillas, ofreciéndola el chocolate en una jícara de oro. No, tráeme un barro la dijo Beatriz.

Olvidóse poco á poco el objeto de los bailes, cánticos y demás alegres solemnidades, y lo que en un principio sirvió para honrar á Saturno ó Baco, se destinó más tarde á la alabanza de San Juan, San Esteban ó Jesucristo.

Están sentados o echados a la sombra de una parra; unos ya beodos, otros casi; quien alzando una copa que parece griega; quien sosteniendo amorosamente entre las manos un cuenco lleno de vino; el que hace de Baco adorna la cabeza con hojas de vid al que se arrodilla respetuoso cual si fuese de laurel la corona que se le otorga; alguno que ya la ha conseguido, descansa reclinado en la tierra como en el más cómodo lecho; y otro se acerca solicitando humildemente, sombrero en mano, ingresar en el corro y participar de la bebida hasta ponerse en situación digna de que le adornen también con pámpanos las sienes.

El ruido que forman es hechizo, Celando, y encubriendo su contento Con un fingido y falso sentimiento. Al tono de este caso doloroso, Diremos otro aquí mas lamentable. En Mizque, valle fertil, provechoso, Baco tiene asiento favorable, Estaba Gil Gonzalez, hombre honroso, A su esposa y muger muy amigable: Al parecer tambien ella le amaba, Y como á su marido regalaba.

Se templaban guitarras y vihuelas y oíase un murmullo preparatorio. De pronto, Beatriz se levantó. Ofreciósele de compañero el alférez Antonio de Castro, recién llegado de Nápoles y que juraba ¡per Baco! a cada instante, para hacer reír a las niñas. Todos pedían danzas diferentes: la pavana, la alemana, el pie del gibao, la gallarda.

Uno de sus más elevados promontorios, que sostenía tal vez en otro tiempo el templo de Apolo, lo domina ahora un monasterio de San Elías: una de sus cañadas, que recorrían las bacantes cantando Evoke en honor de Dionysos ó Baco, la habitan los monjes de San Dionisio.

=Estátuas de la galería alta de la librería:= En esta galería que mira al jardín hay las estátuas siguientes: Una estátua de marmol de Baco con la pantera á los pies de siete palmos de alto colocada en su nicho. Otra estátua de Hércules de marmol moderna digo del mismo tamaño, también colocada en su nicho.