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La intención del malagueño no podía ocultárseme. Lo que seguiría después de doña Tula y el bendito señor se enterasen de mi intriga podía sospecharlo. Maldije la hora en que había conocido a aquel antipático sujeto, y le deseé de todas veras la muerte.

La ira contenida de Don Carlos se exhala entonces sin freno; intenta matar al duque de Alba, que le es profundamente antipático por el favor que el Rey le dispensa, y su padre, sin embargo, en vez de mostrarse con él justiciero, lo exhorta y aconseja blandamente, hasta que al fin se ve obligado á aprisionarlo para evitar nuevos y mayores delitos.

A Joaquinita siempre le había sido muy antipático, sin saber por qué. ¿Adonde irá este títere? preguntó por lo bajo, después de corresponder fríamente a su saludo. Montesinos alzó los hombros con indiferencia. ¡Qué pelea le tienes a este chico! Yo le encuentro fino y agradable. ¡Qué horror! exclamó ella riendo. En Pau volvieron a verle en la estación, y ya no le vieron más.

Vieron el extranjero y Martín las otras iglesias del pueblo, la Peña de los Castillos y la parroquia de Santa María, y volvieron a comer. Afortunadamente, el viejecillo antipático no se sentaba a la mesa y en cambio estaban un legitimista francés, el conde de Haussonville, de la legación extranjera, y un joven comandante carlista llamado Iceta. El conde de Haussonville fué la alegría de la mesa.

Era feo el muchacho y antipático, por su facha y y por sus hechos; tenía vara alta y enredaba con todos, siendo el único que escapaba a las granizadas cotidianas del amo.

Pero, ¡qué demonio!, siempre la condenada suerte persiguiéndole, porque todos los empleos que le daban eran de lo más antipático que imaginarse puede. Cuando no era algo de la policía secreta, era cosa de cárceles o presidios. Entretanto cuidaba de su hermano pequeño, por quien sentía un cariño que se confundía con la lástima, a causa de las continuas enfermedades que el pobre chico padecía.

Porque D. Nemesio, que me acompañaba bastante, a fuerza de atenciones se me había hecho antipático, abrumador. No podía asomar la cabeza fuera de mi cuarto sin que me invitase a una partidita de billar o de tresillo, o a ir de paseo o a beber una botella de cerveza. Y su conversación interminable, prosaica, me aburría tan extremadamente, que ya le huía como al sol del mediodía.

El viejo no podía admitirle en su casa. Entonces, ¿qué determinación debía tomar? ¿Adónde iba? ¿Volvería á Ateca? ¿Y Clara? Al acordarse de su infortunada compañera, los pensamientos del joven tomaron otro sesgo. La idea de los pesares de aquella infeliz, condenada á vivir con un ser tan antipático, principió á atormentarle.

Mas no por eso has de deducir de aquí, lector pío siempre, y esta vez no discreto si tal deduces, que sea igualmente inmoral el escritor que confiesa paladinamente que hay ladrones, que da la voz de alerta contra ellos y los saca a la vergüenza pública, pintándolos con todas aquellas sus negras tintas que sufre el decoro y hacen al vicio antipático y odioso, y se ayuda así del mal para hacer el bien, a la manera que la primavera se ayuda del estiércol para fabricar la rosa.

Los de las explotaciones del país eran de un rojo antipático, de escombros de mineral, desmoronándose con las lluvias sus pendientes, revelando el espíritu de sus dueños, incapaces de realzar con el más leve adorno los instrumentos de explotación.