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5 El Caballero de Gracia, del maestro Tirso de Molina. 6 El pronóstico de Cádiz, de D. Alonso de Osuna. 7 La trompeta del juicio, de D. Gabriel del Corral. 8 Prodigios de amor, de Villaviciosa. 9 El Amor enamorado, de D. Juan de Zavaleta. 10 El esclavo del más impropio dueño, del maestro Roa. 11 El socorro de los mantos, de D. Carlos de Arellanos.

Pero, ¿cómo?... Coca no podía huir a Buenos-Aires el día que llegaba al Tandil su hermano, después de año y medio de ausencia... A Ignacio no podía enviársele telegrama alguno, para que aplazase la invitación a Pérez, pues que ya venían los dos en viaje... Alojar a Pérez en la casa era impropio, después de lo sucedido... Mandarle al pésimo hotel del pueblo era cruel... ¡Qué problema de más difícil solución!... Observó Coca que recordaba el de aquel pobre hombre que tenía que transportar al otro lado del río una cabra, una col y un lobo, sin que la cabra se comiera la col, ni el lobo la cabra.

5 El loco en la penitencia y tirano más impropio, de un ingenio de esta corte. 6 Contra su suerte ninguno, de Jerónimo Malo de Molina. 7 Vencerse es mayor valor, de los Figueroas. 8 El más ilustre francés, San Bernardo, de D. Agustín Moreto. 9 El escándalo de Grecia contra las santas imágenes, de D. Pedro Calderón. 10 No se pierden las finezas, de D. Andrés de Baeza.

que no hay nada más impropio en el mundo que llorar sobre el pecho de un cura, que mi tío, Juno y todas las matronas de la tierra se habrían cubierto la faz ante tan escandaloso espectáculo; pero mi ingreso en la escuela de la compostura databa de muy poco tiempo para hacerme perder la espontaneidad de mi naturaleza.

El señor de Palomares vestía un gabán de verano muy largo, de color de pasa, y llevaba en la mano derecha un jipijapa impropio de la estación, pero de cuatro o cinco onzas su precio en la Habana y por esto pensaba que podía usarlo todo el otoño.

«Pues , tía... es verdad que debiera yo... contarle a usted... No lo hice porque me parecía impropio. ¡Qué barbaridad! Traer a esta casa cuentos de... Soy una miserable; yo no debo estar aquí... Hasta llorar aquí por lo que lloro es una canallada. Pero no lo puedo remediar. El alma se me deshace. Yo tengo que decirle a alguien que me muero de pena, que no puedo vivir.

Y a renglón seguido: «Excusado es decir que la esplendidez proverbial de los marqueses de Villamelón proporcionó a la ilustre concurrencia un exquisito lunch improvisado, en que llamaran la atención de todos los delicados sorbetes de naranja, servidos en la misma cáscara de la fruta, que no obstante lo impropio de la hora, hizo el calor del día deliciosos.

Y para todo tenía el ingenioso culpable palabras bonitas: «La luna de miel perpetua es un contrasentido, es... hasta ridícula. El entusiasmo es un estado infantil impropio de personas normales. El marido piensa en sus negocios, la mujer en las cosas de su casa, y uno y otro se tratan más como amigos que como amantes.

Y aquí conviene fijarse en que, a juzgar por las frases de Pacheco arriba citadas, Velázquez entró al servicio real cobrando salario; palabra que basta para dar idea de las relaciones que por toda su vida habían de unirle con el monarca. Difícil, si no imposible, e impropio de un libro de vulgarización, sería pretender fijar cuadro por cuadro y año por año, toda la labor del artista.

Parece, á primera vista, que su intento ha sido contrastar la frialdad é irresolución de los unos, con la vehemencia, constancia y aun obstinación que atribuyó á las otras en el arte de seguir una intriga, sin perdonar medio alguno, por impropio que sea