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D. Juan Pedro Aguirre, Teniente Coronel urbano; el Reverendo Padre Fray Pedro Santibañez, Guardian de la Santa Recoleccion; el Reverendo Padre Fray Pedro Cortinas, Guardian del convento de la Observancia; el Reverendo Padre, Prefecto del convento Bethelemítico, Fray José Vicente de San Nicolas; el Sr. D. Juan Fernandex de Molina, vecino y de este comercio; el Sr.

Entonces ese hombre añadió señalando a su adversario se enfureció conmigo. Como que esa no es virtud gritó el eclesiástico ni siquiera es esa porque es ese. Porque es virtud macho dijo el Santo al deán no puedes comprenderlo. Y vamos a ver, vamos a ver, ¿para dónde eran las pinturas? Para la catedral contestó Molina. ¿Y allí querías colocar el Trabajo? , señor.

Esto redobló sus tristezas; mas cuando Miquis le propuso como único remedio de su mal la rusticación, cobró esperanzas, confirmándose en la idea de abandonar la corte y sepultarse para siempre en sus estados de Molina. La segunda vez que habló de esto a su mujer, no la encontró tan bien dispuesta. «¿Y tus estudios, y tu carrera?

Era por entonces alcalde de la Justicia don Cándido de Molina y Sotomayor, hombre grave y que gozaba fama de severo, con quien no valían chanzas y á quien, con razón, temía la gente maleante y cuantos tenían cuentas pendientes con la casa de la plaza de San Francisco.

Aunque todas las comedias españolas de aquella época se parezcan en su forma exterior; aunque sean comunes á todas ciertos giros y expresiones, las bellezas y el ingenio en su objeto y desarrollo, su brillante manera de exponer y su lenguaje poético, y que las de Tirso de Molina, en todas estas cualidades, y más en las últimas, sobresalgan singularmente, su genio es tan original, que ha impreso en ellas hasta en su forma externa un sello especial, que las distingue de todas por completo.

Aquello que era concebir y colocar bien una figura, dibujar, sentir la forma, ser colorista y dominar todos los secretos de la paleta. La pintura de Molina venía a ser una fusión admirable de lo mejor de todas las escuelas.

1 El sabio en su retiro, de D. Juan de Matos Fragoso. 2 Cuerdos hay que parecen locos, de D. Juan de Zavaleta. 3 La romera de Santiago, del maestro Tirso de Molina. 4 Las niñeces de Roldán, de José Rojo y Francisco de Villegas. 5 Vida y muerte de la monja de Portugal, del doctor Mira de Mescua. 6 El voto de Santiago y batalla de Clavijo, de D. Rodrigo de Herrera.

=GIMENEZ Y HURTADO.= Cuentos españoles contenidos en las producciones dramáticas de Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Alarcón y Moreto, con notas y biografías, 1881; un tomo en 8.º, 2,50 pesetas. La sal de María Santísima.

«El verso de ocho sílabas es el propio y natural de España, en cuya lengua se halla más antiguo que en alguna otra de las vulgares, y así en ella solamente tiene toda la gracia, lindeza y agudeza que es más propia del ingenio españolArgote de Molina, Discurso sobre la poesía castellana.

Pero el deseo de la Reina no se cumple sino a medias porque el Conde-Duque que, contra lo que ella quería, le acompaña, logra que el viaje se haga con lentitud. Van a Aranjuez por Alcalá, detiénense para fiestas en Cuenca, cazan en Molina y llegan por fin a Zaragoza.