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Pero te pido, encarecidamente, que cuando volvamos a París, no pregones a son de trompeta que soy novia de Huberto, pues no lo soy aún. No seas tonta; si algunas veces digo lo que me pasa por la cabeza, es porque no tiene ninguna importancia. Es precisamente lo que te reprocho, querida mía. Si no atribuyes ninguna importancia a lo que dices, no le sucede lo mismo a los interesados.

Andad, ligeros mensajeros, a la gente arrastrada, y repelada; al pueblo lleno de temores desde su principio, y después; gente harta de esperar y hollada; cuya tierra destruyeron los ríos. 3 Todos los moradores del mundo, y los vecinos de la tierra, cuando levantare bandera en los montes, la veréis; y cuando tocare trompeta, la oiréis.

Corneta, toca á la carga: dijo, y al escuchar los soldados los bélicos sonidos de la trompeta pusieron al galope sus cabalgaduras y segundos después, se había entablado una cruenta lucha, cuerpo á cuerpo, de la que no salieron muy bien tratados los Independientes que la sostuvieron, breves minutos.

Hacía casi veinticuatro horas que estaba sonando para él la trompeta del juicio final. Su hermano muerto, su corazón amargado; su cocina, que constituía para él la mitad de su alma, abandonada. Y además de esto, metido en enredos trascendentales, de los cuales no sabía cómo salir; amenazado casi con la Inquisición... La cabeza de Francisco Martínez Montiño era un hervidero.

Esta, con su estupidez inveterada, en vez de disimular su poder y hacerse perdonar del mundo aquella inaudita usurpación, la pregonaba a son de trompeta en los teatros y paseos, donde se presentaba colgada del brazo del duque. Poco después comenzó a circular por Madrid la noticia de que se casaban. El asombro y la indignación que produjo fueron vivísimos.

2 cuando se escogió tres mil de Israel; los dos mil estuvieron con Saúl en Micmas y en el monte de Bet-el, y los mil estuvieron con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió a todo el otro pueblo cada uno a sus tiendas. E hizo Saúl tocar trompeta por toda la tierra, diciendo: Oigan los hebreos.

La «partida grande» era un grupo de vendedores de voz de trompeta, que sabían sacarse del magín atractivos pregones: la aristocracia del oficio, ocupada únicamente en lanzar periódicos nuevos y ofrecer libros faltos de compradores, con enorme rebaja... El señor Manolo, después de larga reflexión, informaba a sus amigos sobre el paradero de la tal partida.

La trompeta del juicio final no hubiera producido mayor efecto entre los sitiados, que despertaron repentinamente. ¡Es Piorette! ¡Es Marcos! gritaban voces cascadas y secas, voces de esqueletos . ¡Vienen a socorrernos! Todos trataban de incorporarse; algunos sollozaban, pero de sus ojos habían huido las lágrimas. Una segunda detonación les puso en pie.

8 Y el segundo ángel tocó la trompeta, y como un gran monte ardiendo con fuego fue lanzado en el mar; y la tercera parte del mar fue vuelta en sangre. 9 Y murió la tercera parte de las criaturas que estaban en el mar, las cuales tenían vida, y la tercera parte de los navíos pereció. 11 Y el nombre de la estrella se dice Ajenjo.

4 ¿Bramará el león en el monte sin hacer presa? ¿Dará el leoncillo su bramido desde su morada, si no prendiere? 5 ¿Caerá el ave en el lazo sobre la tierra, sin haber armador? ¿Se alzará el lazo de la tierra, si no se ha prendido algo? 6 ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual el SE