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Yo era ya un industrial enriquecido en los artículos alimenticios, variedad social difícil de imponer en los círculos y de implantar en la buena sociedad, y tenía que pasar de repente á la situación de pariente de un condenado á muerte... ¡La cosa no era halagüeña! Bien puedes decir, amigo mío, afirmó Lorenza Margillier, que para ser un snob, tuviste una entrada que no fué ordinaria...

Lo mismo hicieron Rita, Obdulia, que desde hacía poco tiempo era tertulia asidua de la casa, Marcelina y también Serafina Barrado, a pesar de la mirada oblicua que le dirigió su capellán D. Joaquín. Marciala y Filomena se hicieron las distraídas hablando con D. Peregrín Casanova, y saludaron al fin desde su asiento con sonrisa halagüeña.

Cuando se le hace una proposicion, por halagüeña que sea, vacila un momento, guarda silencio con aire cazurro, se rasca una oreja y acaba por decir: «Compadre, lo pensaremosNinguno le arrancará jamas una resolucion improvisada ó una respuesta categórica por sorpresa.

Por último, la señorita fijó los ojos en el techo y, con voz bastante dulce aunque temblorosa, entonó la siguiente canción: Esperanza halagüeña a mis sentidos, endulzas de mi pena el amargor; ¡ay!, no eres un bien imaginario, eres el bálsamo grato al corazón.

La verdad es, Julia, que he meditado bastante en estos días acerca de mi situación, y no la encuentro tan halagüeña como a primera vista parece. y mamá constituís hoy mi única familia. Con los demás parientes no cuento para nada. te casarás, como es natural. Mamá... ya sabes cómo tiene el genio; la vida a su lado no puede ser alegre.

Cuando Belarmino leyó esta halagüeña proposición, se le atragantó la saliva; pero se repuso a seguida, sonriendo beatíficamente. Adoptaba la propia actitud de indiferencia filosófica hacia las opiniones ajenas, mientras él conservase la vida y el pensamiento, como hacia los dolores corporales, en habiéndose muerto.

Embebido en tales desvaríos, y más amante que nunca del cuadro de las flores donde tuvo lugar escena tan halagüeña, volvíme a gozar de su frescura, realzada más en aquel punto con los raudales de mansa luz que la luna, en todo el lleno de su disco, derramaba por entre los festones de verdura que formaba tan florida mansión. ¡Oh querido amigo!

De raro en raro solía aparecer también la linda cabeza de Marta, que paseaba sus ojos un instante por los contornos de la casa con expresión indiferente; la cual, dicho sea en honor de la verdad, no se trocaba en apasionada y halagüeña a la vista de Manolito, antes bien continuaba de la misma suerte, apagada y severa, como si nuestro joven no tuviese más personalidad que una columna de los soportales, o que el reloj del Ayuntamiento o el letrero del café de la Estrella o cualquiera de los objetos inanimados sobre los que se espaciaban los ojos de la niña.

Desde aquella noche en que Sola se expresó con tanto calor, diciendo, «quiero casarme con el viejo», este, lejos de mostrarse ensoberbecido con declaración tan halagüeña, se volvió más taciturno. Fueron a pasar el verano a los Cigarrales, y dos tardes después de instalarse en su casa de campo, Cordero salió a paseo con Sola, bajando hacia la margen del río.

El administrador y él se miraron, dirigiéndose una leve sonrisa, no muy halagüeña para . Bueno, bueno, venga usted conmigo dijo el complaciente Nieto con resolución entre galante y burlona .Ya veremos si podemos dar con ella. Salí, haciendo una fría inclinación de cabeza al administrador, y seguí al empleado, que comenzó a guiarme por los corredores. ¿Usted no sabe en qué taller trabaja?