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Es que á nunca se me ha ocurrido ni podía ocurrírseme... de ningún modo... regalar cabellos míos, como no fuese á mi marido. Es que te casarás, y será tu marido el hombre á quien vas á regalar este rizo. Permítame vuestra majestad dijo con seriedad doña Clara ; vuestra majestad puede disponer de mi vida, de mi alma, pero no de mi honra; yo no haré eso.

No se trata de la imaginación, señor cura, sino del corazón, puesto que amo. ¡Oh tan joven, tan niña! ¿Qué tiene que ver eso? Os repito que me muero de amor por el señor de Couprat. ¡Ah! ¿conque es él? ¿Qué me tomáis por una veleta, mi cura? Pero, Reinita, en vez de morir, sería mejor que te casaras con él. Eso sería lógico, querido cura, muy lógico; pero por desgracia, no le gusto.

Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos.

¡Ah! como llegue a pasar al alcance de mi mano un pretendiente, os prevengo que salto a él y de grado o por fuerza le llevo al cura y al alcalde. ¿Aunque no te guste?... pregunté interesada. Un pretendiente gusta siempre. ¿Aunque sea feo y viejo? Me tiene sin cuidado respondió Francisca con su desenvoltura habitual. ¡Oh! dije indignada. No creo que te casaras con alguien que no te gustara...

Te conviene una tranquilidad absoluta, renunciar a los deseos vehementes, a las cavilaciones que la no satisfacción de ellos te produce; viajar menos, ahogar todo apetito loco de los sentidos, renunciar a todos los excitantes malsanos; no me refiero solamente al café y al , sino más principalmente a los excitantes imaginativos e ideales; huir de las emociones, y cortarte la coleta de banderillero, con intención de no dejártela crecer más; trazar una raya en tu vida y decir: «ni Cristo pasó de la Cruz, ni yo paso de aquí». Si tuvieras treinta o treinta y cinco años, te aconsejaría que te casaras; pero más vale que te hagas la cuenta de que por reciente providencia judicial... o divina, han desaparecido todas las mujeres que hay en el mundo, casadas, solteras y viudas...

Ruborizose Laura hasta la raíz de los cabellos al oír semejante frase... Y Coca, siempre espontánea y sincera, le dijo en voz baja: Creo que vas a ganar la apuesta... Te casarás con Vázquez... Me alegro y te felicito... Si la coquetería y la mentira triunfan a veces, también triunfan otras veces la buena fe y la bondad... Lo reconozco.

¡Te casarás pronto! ¿Cómo es eso? tienes aún la leche en los labios y hablas de casarte. Las jóvenes del día tienen furia por casarse. ¿Que mi prima no es de mis mismas ideas? respondió mi tío, algo ceñudo. Tanto mejor dije restregándome las manos. Y mi prima ¿es alta? Alta y linda respondió complacido el señor de Pavol, una diosa en carne y hueso y la alegría de mis ojos.

Perdóname, Laura. Pero eso ha servido para que yo supiera a tiempo la verdad. Para mal tuyo y mío. No, porque todo ahora se arreglará. te casarás con Julio; demasiado sufriste en estos meses, la felicidad final debe ser tuya. Ambas rivalizaban, así, en el deseo de sacrificarse, y no parecían reparar en la presencia de Julio. Después Laura alternativamente los miró.

No qué nuevos sonidos arranca mi alegría a las teclas. «Con esta marcha me casé yo; con esta misma te casarás ». , , ¡ay de ! dice tristemente mi dulce hermanita: antes de llegar a esa marcha, ¡buena lucha nos espera con mamá, con mis cuñadas, con las tías de Carlitos, con la abuela del rey de los cipreses! ¡y que no es orgullosa la señora! ; con los pagarés, con las hipotecas, con...

El secretario no es mal mozo tampoco; pero al que yo, no por qué, le he tomado afición, es al escudero. te casarás con el escudero, replicó la Princesa. Mi doncella, si gusta, se casará con el secretario, y ambas seréis mandarinas y damas de mi corte. Tu sueño no ha sido sueño, sino realidad. El corazón me lo dice. Lo que importa ahora es desencantar a los tres pájaros mancebos.