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9 Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor. 10 Y él dijo: También ahora sea conforme a vuestras palabras; aquel en quien se hallare, será mi siervo, y vosotros seréis sin culpa. 11 Ellos entonces se dieron prisa, y derribaron cada uno su costal en tierra, abrieron cada uno su costal.

Y vos cuidaréis también de su escarcela, porque mi querido barón es tan generoso que probablemente la vaciaría en manos del primer desdichado que le diera lástima. No sería la primera vez. Muchos detalles del servicio escuderil os son desconocidos, naturalmente, pero como decís vos mismo, no tardaréis en aprenderlos y creo que seréis el mejor escudero de cuantos hasta ahora ha tenido mi hijo.

-Con vos me entierren, Sancho, que sabéis de todo -respondió el duque-, y yo espero que seréis tal gobernador como vuestro juicio promete, y quédese esto aquí y advertid que mañana en ese mesmo día habéis de ir al gobierno de la ínsula, y esta tarde os acomodarán del traje conveniente que habéis de llevar y de todas las cosas necesarias a vuestra partida.

El secreto de su nacimiento quedará encerrado en la casa de sanidad. Yo me vuelvo curadora de su fortuna, y si muere, de fastidio o de enfermedad, heredaré, naturalmente, sus bienes, en calidad de madre. , , seréis inmensamente rica, y yo, que he sacrificado toda mi vida en favor de vuestro bienestar y de vuestros intereses, ¿qué recompensa tendré?

Si probáis que el hombre que habéis muerto era un ladrón... dijo el alcalde. Pero si yo, señor, no he muerto á ningún hombre dijo Montiño ; ¡si yo no he matado jamás otra cosa que pavos, capones y conejos! Si probáis que el hombre á quien habéis muerto era un ladrón, y que le habéis muerto en defensa propia, seréis absuelto... no lo dudéis... pero si no, seréis ahorcado como asesino.

JEFES MILITARES: Respetad y obedeced la autoridad civil; estad siempre en vigilia para sostenerla contra todo aquél que intente derrocarla; éste es vuestro deber. CIUDADANOS TODOS: Respetad la religión de nuestros padres y sus ministros, las leyes que nos rigen y las autoridades constituídas. Si así lo hiciereis, seréis felices y no tendréis motivo de arrepentimiento.

Seréis de mis heridas dulce píctima, Sólo en oyendo vuestra dulce plática; Seréis, señora, mi mujer legítima, Que así en la orilla fresca y aromática De aquella fuente fué nuestro propósito, Y amor de nuestras almas el depósito. Pena traigo, señora; mas repórtola Con ver que llego a puerto salutífero. Mi esperanza se alarga, pero acórtola Con la grandeza de Narváez belífero.

¡Oh! no me digáis eso... porque sería muy desdichada... dejemos, dejemos más bien este asunto... soy franca con vos; estoy aturdida; ¿queréis que os cante la canción que he estudiado para esta tarde? seréis el primero que la oiga... lo que no es poco favor añadió sonriéndose ; así nos distraeremos los dos... vaya... ¡si esto parece una brujería!

Y es un bello aderezo... muy bello... su majestad os ama mucho. No cómo pagar á su majestad... y siento, siento mucho no poder complacerla... pero mi marido me ha regalado otro aderezo. ¡Ah! ¿Conque es rico?... Os doy otra nueva enhorabuena. ¿Y seréis tan reservada respecto á vuestras galas de novia, como respecto á vuestros amores? ¡Ay, Dios mío, no!

Pero aun no es todo. Hay algo más... ¡Ah! ¿? , hay algo más, y yo quisiera tener con vosotros, una explicación bien clara y bien franca. No por qué me parece que he tenido buena estrella hoy; creo que ya sois en cierto modo mis amigos, y que un día lo seréis verdaderamente.