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Al regresar hacia las casas y agotados casi los temas, que el paseo sugería, Lorenzo dijo: Todo esto es muy interesante; pero lo mejor que he encontrado hasta ahora para , es Baldomero, ¡qué gran tipo! ¿Más interesante que la «Pampita»? le preguntó Melchor sonriéndose. No para Ricardo, sin duda; pero para y agregó: Ricardo está enamorado de la Pampita; pero yo lo estoy de Baldomero.

En la estancia le van a contestar, Baldomero, porque todavía no los han leído... repuso Melchor riéndose, y agregó: Pero los compraron. Baldomero sonriéndose, separó el azulejo y con la mano de nuevo sobre el muslo derecho continuó galopando con insuperable gallardía.

Es que esta muchacha dice que ha visto al Rey allí, con el conde Federico. Sarto miró a la moza sonríendose y con expresión de incredulidad. Estas chicas en cuanto ven un apuesto caballero, se creen que es el Rey dijo. Pues entonces, el que yo digo y el Rey se parecen como si fueran hermanos replicó la campesina, algo vacilante pero insistiendo todavía en su tema. Sarto miró en torno.

Esos hombres se precipitan en el porvenir, en vapor a toda máquina, a caza de lo que ellos llaman una posición, y a esto sacrifican todo lo demás: ¡tristes existencias atormentadas, para las que el día de la vida no tiene aurora! Rafael, eso es filosofar dijo el duque sonriéndose . ¿Sabes que si Sócrates hubiera vivido en nuestros tiempos, serías su discípulo más bien que mi ayudante?

Santiago León Santa María nació predestinado para la noble carrera de las armas, porque vio la luz del día, o por mejor decir, las sombras de la noche, en el momento mismo en que la retreta pasaba por delante de los balcones de la casa, de modo que hizo su entrada en el mundo a son de caja. Eso es cierto dijo la marquesa, sonriéndose.

Llegado junto á su cuerpo, que poco antes había dejado, no le pareció más que una disforme masa de barro y se maravillaba consigo mismo y no acababa de creer que aquél era en quien poco antes ejercitaba todas las operaciones y facultades naturales, y no cesaba de lamentarse y quejarse con sus compañeros, sino que éstos, sonriéndose, le dijeron: Aquí conocerás qué cosa eres , cargado de esta vil y hendionda materia.

Aunque me temo que ni tus brazos de hércules puedan con ella. Tristán se dirigió al peñasco sonriéndose. Era de enorme peso y hundido en parte en la tierra; pero el coloso lo arrancó de su húmedo lecho á la primera sacudida, y no contentándose con hacerlo rodar lo levantó del suelo y lo lanzó al agua.

¡Bien lo ha hecho usted! le decía el Doctrino á Lázaro. Yo me lo esperaba. Esta noche nuestro partido adquiere con la palabra de usted una fuerza terrible. Don Elías, puede usted estar orgulloso de su sobrino. que lo estoy dijo Coletilla sonriéndose como acostumbran hacerlo los chacales y las zorras, á quienes ha puesto la Naturaleza una contracción diabólica en el rostro.

Mi compañera me miró sonriéndose, y con la magnanimidad orgullosa del que otorga una gracia ó concede un perdon, responde á secas: Mañana. ¡Dios te lo pague! contesté yo muy satisfecho. =Dia décimo tercero=. Almuerzo. Coche. Nuestra Señora de Paris. Hija deshonrada. Comida de campo. Salimos del hotel á las diez y media.

Son hembra y macho; el macho va en esta jaula primera, y la hembra en la de atrás; y ahora van hambrientos porque no han comido hoy; y así, vuesa merced se desvíe, que es menester llegar presto donde les demos de comer. A lo que dijo don Quijote, sonriéndose un poco: ¿Leoncitos a ? ¿A leoncitos, y a tales horas?