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D. Gabriel es un chiquilicuatro sin fundamento, y mi amiga haría muy bien en ponerle una calza al pie. ¿Qué es eso de mirar a las chicas bonitas? ¿Hase visto mayor desvergüenza? Un barbilindo que debiera estar en la escuela o cosido a las faldas de alguna persona sentada y de libras que fuera un almacén de buenos consejos... ¿cómo se entiende?

Hablaba pues animadamente Araceli con Gonzalito en un rincón; hablaba en otro con no menor animación el chico de Domínguez con una de las chicas de Mínguez; y distribuidas por la estancia en butaquitas y sillas volantes charlaban las señoras con zumbido de cigarras a la hora de la siesta.

Pero al volver la vista al grupo que acababa de dejar, viendo una porción de ojos risueños fijos en él, se puso repentinamente serio y mohíno. ¡Qué partido tiene este Granate entre las chicas bonitas! exclamó Paco Gómez. Ya se lo decía yo el otro día. «Usted no necesitaba para nada ir a América habiendo mujeres ricas en el mundo. Usted tiene la fortuna en la fisonomía

«Este tío me quiere tirar de la lengua; ya comprendo por qué me esperabapensó Andrés. ¡Bah! el bromear y reírse con las chicas, lo hago yo y lo hace usted y lo hacen todos. Es una distracción que en ninguna parte deja de haber. Mucho que , señor, mucho que ; pero las bromitas de un joven tan bien parecido, tan elegante y chistoso como usted suelen traer otro resultado que las nuestras.

Cierto que todas las tardes paseamos en el jardín; pero no solos, como usted dice, Luisa. Don Carlos y doña Gabriela van detrás de nosotros, y Pepillo nos hace compañía.... , Pepillo; como quien dice: el «bufón del Rey...» ¿Sabe usted cómo le llama éste a Pepillo, a su cuñadito de usted?.... No. ¡Rigoleto! Las chicas se echaron a reír. Estábamos en el atrio de la Parroquia.

Por último, poseía don Paco la casa en que vivía, donde no faltaban bodega con diez tinajas de las mejores de Lucena, un pequeño lagar y una candiotera con más de veinte pipas entre chicas y grandes.

Esas libertades se las toman ustedes con las chicas de la Fábrica, que son tan buenas como cualquiera para conservar la conducta. ¿A que no hace usted esto con la de García, ni con las señoritas de la clase de usted? ¡Diantre! pensó Baltasar : no es boba.

El dueño le presentó a sus hijas, unas chicas bastante feas, con los ojos torcidos y los pies muy chiquitos... en fin, VV. ya habrán visto a algún chino. Parecían amables, y mi amigo quedó muy satisfecho del recibimiento que le hicieron. No quedó tan contento de la madre, esposa de nuestro chino. Era una vieja que estaba al lado del fogón picando cebolla, así como está ahora Rufa.

Al llegar a la cruz del Rompeolas, los hombres suelen poner en ella la mano y las mujeres los labios. En el camino, Cashilda me explicó una particularidad que yo no sabía. Si las chicas quieren un novio marino me dijo , tienen que besar la cruz por el lado del mar; y si lo quieren terrestre, por el lado de tierra. Según parece, hay algunas que no tienen inconveniente en ser anfibias.

Ya machucho, a los cuarenta años, se ha casado con una señorita rica y remilgada, pero parece que está harto de su gazmoñería. Los pescadores le odian porque anda rondando a las chicas guapas del barrio.