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Hablaba pues animadamente Araceli con Gonzalito en un rincón; hablaba en otro con no menor animación el chico de Domínguez con una de las chicas de Mínguez; y distribuidas por la estancia en butaquitas y sillas volantes charlaban las señoras con zumbido de cigarras a la hora de la siesta.

Cuando Quiroga y Simoun volvieron á la sala encontraron en ella á los que venían de cenar, discutiendo animadamente: el champagne había soltado las lenguas y excitaba las masas cerebrales. Hablaban con cierta libertad.

¡No le diga, no le diga!... a Sol que se levantaba como para avisarle. Venía Lucía con paso lento, y Ana y Sol, que conocían las habitaciones de la casa, sabían que era ella quien venía. Volvió Sol a su asiento. Juan hizo como que hablaba muy animadamente con Ana y con ella. Lucía llegó a la puerta. Los vio sentados juntos, y como que no la veían.

Por la tarde de aquel mismo día las acompañé mientras paseaban el agua por la galería, y charlamos animadamente con la mayor confianza, lo mismo que si nos conociésemos desde larga fecha. Tal milagro en cualquier otro punto del globo, es cosa corriente en Andalucía, donde el trato y la confianza son cosas simultáneas.

Ningún otro intentó tampoco llevarle la contraria por temor de hacer un mal papel. La conversación se encauzó por otro lado. Charlose animadamente del proyecto de construcción de una nueva iglesia, cerca de la plaza, echado a volar por varios vecinos y al cual se oponía con todas sus fuerzas el cura, por temor de que se dividiera la parroquia.

Tomóle del brazo, y sin reparar en si le molestaba o no, se puso a charlar animadamente de Fisiología. Raimundo se hallaba en un momento de tristeza y desmayo. Hacía tiempo que observaba que Escosura tenía proyectos amorosos respecto a Clementina. La festejaba con todo descaro donde quiera que la veía, afectando desconocer sus relaciones, sin reparar siquiera en él.

Todas se hacían lenguas de él y le pregonaban como uno de los hombres más agradables que hubiesen conocido en su vida. Después de varias tentativas había logrado tener un aparte con la novia. Allá lejos, al pie de un árbol, charlaban los dos animadamente; él inclinando su gran torso para ponerse a la altura de ella, en actitud insinuante; ella risueña y tan roja como una amapola.

¡, , estudia, querido, exclamó Paco Ruiz, que ya verás cómo te paga este país! D. Lino sonreía bienaventuradamente diciendo al promotor «que bueno era estudiar; que brutos demasiados había en Vegalora». El grupo siguió marchando por las calles oscuras y mal empedradas, riendo cuando alguno tropezaba y charlando animadamente.

Pues bien, repentinamente, cuando menos podía pensarse, el conde cometía el absurdo de alzarse distraídamente de la silla, bostezar y marcharse a hacer solitarios a un rincón de la mesa. Por su parte Fernanda caía en idénticas flaquezas, poniéndose a charlar animadamente con el chico del regente de la audiencia sin dirigir una mirada a su novio.

Mario y Carlota habían desaparecido, no corporalmente, pero en espíritu. Timoteo gemía y se lamentaba amargamente, por conducto de su violín, de que la niña menor de Sánchez se hubiese vuelto de espaldas y hablase tan animadamente con la señá Rafaela, sin cuidarse para nada del Día de sol ni de su intérprete.