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¡Casarse mi hija! exclamó con miedo y casi con cólera. ¡Qué delirio! Haga usted el favor de no hablar de amores y de casamientos á una niña, que no debe pensar en otra cosa que en vestir y desnudar muñecas. ¡Casarse! ¿Cómo quiere usted que se case esta mocosa? No, señor; yo no quiero engañar á ningun hombre. Mi hija no se casará un dia antes de los treinta años.

Pues dicen que Olvidito está supeditada a la voluntad de don Fermín; que no se casa ni se casará porque él quiere hacerla monja, y que don Manuel autoriza esto, y.... Y yo juro que es verdad, señor don Álvaro gritó Foja. ¿Pero cree usted, también que el Magistral haga el amor a la niña? Eso es lo que yo no . Ni lo otro dijo Ronzal.

»No obstante, no tenía por qué avergonzarse de su elección, porque Guillermo es un muchacho honrado, pero ella creía que sus padres no consentirían en que se casara con él, porque Guillermo era pobre.

Le he ofendido... no diga usted que no le he ofendido; pero no haga usted caso; lo que he dicho sólo son tonterías. ¡Qué modo de agradecer lo que usted hizo por aquella noche!... No: ¡pero si usted es muy guapo... y muy distinguido... y hará usted una gran carrera política!... Será usted un personaje y se casará en Madrid con una muchacha elegantísima.

El encanto se rompió y el maleficio volvió a obrar sobre él cuando la tiranía de los padres de la Princesa Catalina hizo que ésta se casara con el general Borischof, gobernador de Kiev.

Entrada en los diez y ocho años, oyó con horror las proposiciones del decimoquinto Porreño, su tío, para que se casara. Yo dijo, ó seré hija de Jesucristo, ó viviré en mi casa, ausente del mundo, buscando en ella un baluarte contra el demonio. Bien, hija mía: si es éste tu gusto dijo el tío, sea.

Clotilde me asegura que su hija se casará con mi nieto. Ella, claro, hace todo lo que puede, por respeto a y porque, realmente, le parece bien la boda. Pero... no ... me parece que la muchacha no está decidida. Y yo quiero salir de una vez del paso. Por eso he venido a verla a usted. ¿Y qué puedo hacer yo? Clotilde me ha dicho que usted tiene mucha influencia sobre su hija.

En cualquier caso, Adriana, casándote con Muñoz no remediarás nada. ¡Oh, ! Julio te quiere a ti, te quiere locamente. ¿Cómo puedes imaginar, entonces, que se casará con Laura? En realidad, no se trata de que se case con Laura. ¡Pero entonces cada vez te comprendo menos!

La pobre muchacha, tan alegre y tan viva naturalmente, era una víctima. El viejo capitán no quería que su hija se casara ni que tuviera amistades con nadie. Por este motivo se había encerrado en aquel castillo, amenazando con la expulsión a los criados si dejaban entrar personas extrañas a la casa.

La correspondiente al amarillo era muy inquietante; el paisaje parecía anunciar alguna desgracia, evocar vagamente algún terrible crimen. Al mirar al través del cristal amarillo, la enfermera sentía una tristeza infinita y perdía toda esperanza de que el doctor Chevirev se casara con ella. A no ser por aquel cristal, le hubiera confesado, hacía mucho tiempo, su amor.