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Piensa en los gritos que darían nuestras amigas si la camarilla llamada alta burguesía se reuniese con la pequeña, y si la gente aristocrática acogiese al comercio y a los que participan de las ideas gubernamentales... ¡Dios mío! la mitad de Aiglemont sucumbiría del ataque causado por la indignación.

Ya no era Balmuff el único país ganado por la revolución. Los hombres de otras regiones inmediatas se habían sublevado igualmente, y parecían contar con el mismo invento de la coraza vaporosa repeledora de los rayos negros. Todos ellos se pertrechaban á estilo antiguo en los museos, venciendo instantáneamente con sus armas de repetición á las tropas gubernamentales.

Observemos de dónde proceden casi todas las revoluciones, casi todas las turbulencias, la mayor parte de los conflictos en las sociedades modernas, y en todas esas complicaciones y tumultos hallarémos algun orígen económico, algo administrativo, algo que dice relacion al Tesoro público, á la Hacienda, al Erario; hallarémos algo estadístico. ¿Cuántas caidas de gabinetes no han sido producidas por un empréstito? ¿Cuántos tumultos no han tenido por causa una contribucion? ¿A cuántas crísis gubernamentales no han dado lugar los presupuestos? ¿Cuántos gobiernos no han perdido, y pierden el poder todos los dias, bajo el peso de una bancarota?

El código de comercio de 1830, que se hizo extensivo á Filipinas en la Real cédula de 26 de Julio de 1832, deja en las novedades que introduce las divisiones de raza, pues que da reglas para las inscripciones en la matrícula de comercio de los mestizos é indios sangleyes, quedando desde aquella fecha las razas, jurídicamente hablando, perfectamente definidas y cada una de ellas sujetas á leyes especiales; pero hoy que todo propende á la unificación en cuanto compatible sea con las civilizaciones de Asia, y en que se ha dado el gran paso, en tal sentido, con la creación de la cédula y la abolición del tributo, símbolo de raza; y hoy en que se dice son españoles todos los nacidos en territorios españoles, y extranjeros los que lo fueren en otras tierras, el chino sea fiel ó infiel, nacido en territorio español ó en suelo extranjero, dentro de aquella legislación, de aquella tributación, de aquellas patentes, de aquellas restricciones, no será, si explícitamente no se consigna, dentro de la vida mercantil de aquellos pueblos, ni español ni extranjero; será chino, mejor dicho, será un número ó una patente; número que en sus quejas y reclamaciones no tiene más autoridad á quien acudir dentro de su raza que á su Gobernadorcillo, último remedo de los poderes gubernamentales, estando sujetos lo mismo á las genialidades de los pedáneos indios que á los rigores del trabajo público á que le llevan la más pequeña demora en los pagos.

A poco entró D. Basilio presuroso, de levita nueva, el palillo entre los dientes, y se dirigió al mostrador con ademanes gubernamentales. «Que me lleven el café a la oficina» dijo en voz alta, mirando el reloj y haciendo un gesto, por el cual los circunstantes podrían comprender, sin necesidad de más explicaciones, el cataclismo que iba a ocurrir en la Hacienda si D. Basilio se retrasaba un minuto más.

Bibliotecario profesional desde hace veinte años, Peter Raggett trabajó primero en bibliotecas gubernamentales del Reino Unido, antes de trabajar en el CDI de la OCDE a partir de 1994, como subdirector, y después como director del CDI. Utilizó el internet desde 1996. Creó las páginas del intranet del CDI, que son una fuente esencial de información del personal de la OCDE.

Así quedaba convenido; mas tocábale la vez al respetable Butrón de volver la espalda y decíanse todos entonces que era una necesidad, una pifia, desperdiciar una cartera en aquel pobre hombre, político mujeriego, que debía de contentarse, a lo más, con una plenipotenciaria, pudiendo emplearse aquella, si no con honra, a lo menos con provecho, en el señor don Eusebio Díaz de la Laguna, pajarraco gordo en tiempo de Amadeo, que, como acontece en todas las restauraciones, habíase pasado con armas y bagajes al bando alfonsino en cuanto vislumbró en él la aurora del triunfo, ejecutando una de esas maniobras que en la farisaica jerga de los hombres gubernamentales se llaman cambios políticos, debiendo de llamarse charranadas o vilezas.

Por entonces creyeron cumplidos los sagrados deberes del patriotismo y de los intereses á ellos encomendados con sólo mirar el asunto bajo el punto de vista de la posesión de mayor ó menor extensión territorial, resultando de esto, que jamás se fijasen las altas esferas gubernamentales en aquellos pueblos que, aunque separados de la patria por inmensa extensión marítima, tienen grandes aspiraciones para el porvenir y ansían con anhelo ciertos derechos, sin tener en cuenta, que es imposible de todo punto, no sólo por las exigencias de los tiempos, sino por su situación geográfica que les coloca al habla con otros países profundamente penetrados de la civilización, consolidar nuestra preponderancia por medio del absolutismo, que aunque les libertad aparente, niega las palpitaciones de un pueblo vigoroso, dando por salvajes á hombres que, pese á quien pese, vienen demostrando que tanto en el comercio y la industria, como en las ciencias y las artes, tienen puesto oído atento á la voz del siglo, recogiendo por momentos los últimos latidos del progreso intelectual de nuestra época.

Al fin aceptaron, exigiendo únicamente que el gigante saliese con su nuevo vestido de hombre, para que la muchedumbre se convenciera de que se habían cumplido las órdenes gubernamentales. Una larga fila de cargadores entró en la Galería llevando á cuestas el nuevo traje, enrollado como un gran toldo. Rió Gillespie cuando estos atletas lo extendieron bajo su vista.

Y si los compromisos y exigencias de la política de baja esfera que hoy predomina en nuestro país, encontraron en el Archipiélago filipino ancho campo donde cebar su apetito por medio de empleos perfectamente inútiles en un territorio aún no dominado, en las esferas gubernamentales debe procurarse dotar á aquel Ejército del número de Generales, Jefes y Oficiales que fueren necesarios para la movilización de fuerzas capaces de hacer frente á las eventualidades que en el exterior pueden presentarse, y que en el interior terminen de una vez la unidad de dominio, con tanta gloria allí iniciada por nuestros antepasados.