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El código de comercio de 1830, que se hizo extensivo á Filipinas en la Real cédula de 26 de Julio de 1832, deja en las novedades que introduce las divisiones de raza, pues que da reglas para las inscripciones en la matrícula de comercio de los mestizos é indios sangleyes, quedando desde aquella fecha las razas, jurídicamente hablando, perfectamente definidas y cada una de ellas sujetas á leyes especiales; pero hoy que todo propende á la unificación en cuanto compatible sea con las civilizaciones de Asia, y en que se ha dado el gran paso, en tal sentido, con la creación de la cédula y la abolición del tributo, símbolo de raza; y hoy en que se dice son españoles todos los nacidos en territorios españoles, y extranjeros los que lo fueren en otras tierras, el chino sea fiel ó infiel, nacido en territorio español ó en suelo extranjero, dentro de aquella legislación, de aquella tributación, de aquellas patentes, de aquellas restricciones, no será, si explícitamente no se consigna, dentro de la vida mercantil de aquellos pueblos, ni español ni extranjero; será chino, mejor dicho, será un número ó una patente; número que en sus quejas y reclamaciones no tiene más autoridad á quien acudir dentro de su raza que á su Gobernadorcillo, último remedo de los poderes gubernamentales, estando sujetos lo mismo á las genialidades de los pedáneos indios que á los rigores del trabajo público á que le llevan la más pequeña demora en los pagos.

El 21 de junio de 1832, Fernando VII, arrastrando los pies más por la gota que por los años, y María Cristina, en todo el apogeo de su lozanía y su belleza, sacaban de pila en la colegiata e iglesia parroquial de la Santísima Trinidad, del Real Sitio de San Ildefonso, a un niño que se llamó Fernando, Cristián, Robustiano, Carlos, Luis Gonzaga, Alfonso de la Santísima Trinidad, Anacleto, Vicente.

Don Francisco Viedma , intendente de Cochabamba, movido por los sentimientos mas liberales, quiso sustraer de la esclavitud á los habitantes de Moxos; pidió la emancipacion de esta provincia, y su sometimiento á las leyes que regian las demas posesiones españolas del nuevo mundo; pero la audiencia de Charcas sostuvo el reglamento de Rivera, que en 1832 aun servia de régimen á los administradores.

En carta que escribía al general La Madrid en 1832, le decía: «Cuando fuí invitado por los muy nulos y bajos Bustos e Ibarra, no considerándoles capaces de hacer oposición con provecho al déspota presidente don Bernardino Rivadavia, los desprecié; pero habiéndome asegurado el edecán del finado Bustos, coronel don Manuel del Castillo, que usted estaba de acuerdo en este negocio y era el más interesado en él, no trepidé un momento en decidirme a arrostrar todo compromiso, contando únicamente con su espada para esperar un desenlace feliz... ¡Cuál fué mi chasco...!»

Cuando en el año de 1832 me propuse abrir una nueva via de comunicacion entre el pais de los Yuracarees y la provincia de Moxos, emprendí mi viage por el siguiente itenerario. Bajé primeramente al rio Moleto, donde me embarqué en una canoa que habia yo mandado construir para el efecto.

D. Diego Martínez Carlón y Teruel, hijo de Lorca, diócesis de Cartagena: era Chantre de Almería, cuando fue electo Obispo de Teruel, y preconizado en Roma en 25 de Junio de 1827: tomó posesión en 8 de Octubre del mismo año, y fue trasladado a Jaén en 23 de Febrero de 1832.

Ante su mostrador desfilaban la bizarra labradora y la modesta señorita, atraída por la abundancia de géneros de aquel comercio a la pata la llana que odiaba los reclamos, ostentando satisfecho su título de Casa fundada en 1832, y cifraba su orgullo en afirmar que todos los géneros eran del país, sin mezcla de tejidos ingleses o franceses.

Al efectuar este descubrimiento el año de 1832, inmediatamente calculé las pingües ventajas que podria reportar á la república el laboreo de estas minas; y no cabe la menor duda en que se operaria un cambio favorable de cosas, proporcionando á sus habitantes el material y los medios para entregarse á todo género de empresas industriales.

Hallándome en Moxos en 1832, don Carmelo Rivera, gobernador interino de la provincia, trató de reprimir los desórdenes y purgar el pais de esos empleados especuladores y poco honrados, tomando para ello una medida enérgica.

D. José Asensio de Ocón y Toledo, natural de Albarracin, de la misma diócesis: siendo Obispo de Palencia fue trasladado a la silla de Teruel, en 24 de Febrero de 1832, tomó posesión en 13 de Junio del mismo año, y murió en 2 de Diciembre de 1833.