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Volvió a examinarlos con un poco de recelo y cambió de conversación. Al cabo de un rato, deteniéndose, les propuso desviarse de la vereda y tomar un atajo a campo traviesa. Nuestros antropólogos aceptaron sin vacilar, porque estaban ya bastante rendidos.

Imprimióse una lista con los nombres de más de doscientas personas barbadas que aceptaron las bases citadas, y otras que no necesito citar, y, por último, encomendóse la administración y casi dirección de todo este laberinto, á la Guantería, acto que, por solo, daba la vida, el calor y la perdurabilidad á aquel cuerpo tan bizarramente construído.

A tampoco me extrañan las reflexiones maternales... Cuando llegamos a mi casa ofrecí a todas las señoras una taza de . Las de Brenay y Dumais tenían prisa por volver a sus casas, y rehusaron; pero las tres jóvenes aceptaron. Celestina, que sabe cuánto me gusta tomar un refrigerio al volver de paseo, lo preparó todo en seguida, y entre una galleta y una tostada continué mis confidencias.

D. Aureliano Fernández-Guerra y D. Juan de Dios de la Rada y Delgado. Á esta Junta presentó el Sr. Monleón como ponente, los planos, modelos y memoria que por preliminares había formado y que en principio se aceptaron sin perjuicio de discutir las cuestiones obscuras ó difíciles, de las cuales el Sr. General presidente formuló interrogatorio.

Pero esta obra apasionada fue indigna de la credulidad que le dispensó la ignorancia general. Las afirmaciones del editor Bry, que jamás estuvo en las Indias, que imprimió todo cuanto le ofrecían siempre que fuese contra España, y vivió un siglo después del descubrimiento, se aceptaron con el mismo respeto que si fuesen documentos de testigos presenciales.

Aceptaron luego; dijéronme su casa y preguntaron la mía. Y, con tanto, se apartó el coche, y yo y los compañeros comenzamos a caminar a casa. Ellos, que me vieron largo en lo de la merienda, aficionáronse, y por obligarme me suplicaron cenase con ellos aquella noche. Híceme algo de rogar, aunque poco, y cené con ellos, haciendo bajar a buscar mis criados y jurando de echarlos de casa.

Se escogieron las cinco, cuyos dueños, que estaban presentes aceptaron sin objeción alguna, y acto seguido se procedió á nombrar director de escena, director de magia y director compositor.

Pues si quieren pasar por V..., adonde voy, tendrán compañía y menos polvo. Aceptaron la oferta. Tomaron la vereda que a aquel pueblo conducía, y Moreno y Sánchez, que no perdían la ocasión de enriquecer su cuaderno de notas con las observaciones antropológicas que podían recoger, le abrumaron instantáneamente a preguntas. El caminante les respondía de buen grado.

Ya los mejores teatros quedaron tomados, ya las compañías principales salieron... Y en los «mentideros» madrileños sólo quedan los malos comediantes, los fracasados; ó los inadaptables, los ariscos, los orgullosos, que no aceptaron las proposiciones que recibieron por juzgarlas despreciables y hasta ofensivas á sus merecimientos.

Aquella mañana encontraba al escritorio algo de nuevo, de extraordinario, como si entrase en él por vez primera, como si no hubiesen transcurrido allí quince años de su vida, desde que le aceptaron como zagal para llevar cartas al correo y hacer recados, en vida de don Pablo, el segundo Dupont de la dinastía, el fundador del famoso cognac que abrió «un nuevo horizonte al negocio de las bodegas», según decían pomposamente los prospectos de la casa hablando de él como de un conquistador; el padre de los «Dupont Hermanos» actuales, reyes de un estado industrial formado por el esfuerzo y la buena suerte de tres generaciones.