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MODO DE LIMPIAR LA PLATA. Lo más corriente es limpiarla con agua jabonosa; pero siquiera un vez por semana debe limpiarse con una papilla hecha con agua y bicarbonato; cuando las bandejas, fuentes, y, en general, la vajilla de plata está muy sucia, se le pasa un paño, cepillo o brocha mojada en amoniato líquido de veintidós grados; se frota después ligeramente con una franela o gamuza y quedará muy limpia y brillante.

La gamuza ha salvado las rocas, y sus pies agiles la han llevado lejos de mi; apenas mi caza me habra proporcionado en el dia con que hacerme olvidar mis correrias peligrosas... ?Pero que veo? ?Quien es este hombre que parece que no es ninguno de nuestros cazadores, y que no obstante ha sabido recorrer estas alturas escarpadas que nuestros companeros los mas ejercitados son los unicos que pueden practicarlo?

Los hombres estaban sentados en buena compañía, con unas cuantas monedas de plata sobre la mesa y una flaca bolsa de piel de gamuza en las manos. Están armando... algún juego. Ya se las arreglan contestó a Juanito y volvió a sus fricciones. Me gustaría ser mano y ganar dinero dijo reflexivamente Juanito, después de un corto silencio.

Menos feliz la gamuza, á quien arroja la nieve de las altas cimas, tiene que andar errante junto á los bosques, buscar su refugio entre los apretados árboles, royéndoles corteza y hojas. El hombre por su parte, tiene que dejar su morada para el cambio de productos, compra de provisiones ó satisfacción de compromisos con familia y amigos.

El secreto encerrado dentro de esa sucia bolsita de gamuza, cualquiera que hubiese sido, le había producido más de un millón de libras esterlinas, y seguía siempre produciendo enormes sumas, hasta que la muerte había venido a poner fin repentinamente a su explotación. El misterio de todo aquello no tenía solución; el enigma era completo e indescifrable.

Después de sentada, y cuando ella se iba haciendo cargo de lo que tenía delante, la admiración persistía; en vano los coristas, que estaban solos en escena, como los gallegos del cuento, mal presididos por un partiquino, que sólo se distinguía por unas botas de fingida gamuza y por desafinar más que todos juntos, en vano gritaban como energúmenos; el público distinguido de butacas y palcos atendía el espectáculo civil que le ofrecía Emma; los abonados de las faltriqueras, que no veían la sala sin echar el cuerpo fuera del antepecho, se asomaban por grupos para ver a la de Reyes, y los de la faltriquera de la tertulia de Cascos saludaron a Bonis y a su señora; el brigadier comandante general de la provincia estaba entre ellos, y también inclinó la cabeza.

Y como sabía las señas del embozado, esto es, sombrero gris, capa parda y botas de gamuza, supe que aquel hombre había llegado aquella tarde en un cuartago viejo que me enseñaron en las caballerizas, donde le había mandado cuidar el señor conde de Olivares, caballerizo mayor del rey.

La desaparición o pérdida del precioso objeto, documento o lo que fuese, encerrado dentro de la bolsita de gamuza, que el muerto había conservado tan cuidadosamente durante tantos años, era ahora, por sola, una circunstancia muy sospechosa, mientras las vagas pero firmes aprensiones de Mabel, que no quería o no podía definir, habían despertado en nuevos recelos sobre la muerte de Burton Blair, recelos que me hacían pensar que había sido víctima de una infamia.

Reinando Isabel I, un Tumbaga ideó poner cruces en las torres de la Alhambra. Bajo Carlos de Gante, cuando la nobleza castellana se hizo de turbulenta cortesana y de independiente palaciega, trocando hierros y armaduras por rasos y brocados, un Tumbaga fue el primero que se presentó en la corte llevando sobre los guantes de gamuza las armas de su escudo bordadas con sedas de colores.

Melchor apareció calzando botas y vestido con amplia bombacha negra ceñida por un cinturón de gamuza blanca; blusa negra; chambergo color plomo; en el cuello un pañuelo celeste cuyas puntas delanteras caían sobre la pechera de su camiseta y en la mano un pequeño rebenque, trenzado, con virolas de plata. ¿Qué tal? preguntó al presentarse. ¡Pareces un gaucho de verdad!