United States or British Virgin Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tan poco entusiasmo demostró, que su prima concibió un violento despecho, que se manifestó, no ciertamente con frialdades, sino con un aumento de amabilidad. Lo peor del caso fué que este modo de estar amable tenía en Clementina algo de molesto y de autoritario que crispaba los nervios de Fortunato. Parecía decirle: "Estoy condescendiente con usted, porque usted me pertenece.

Sin tener mucha imaginación, tenía la bastante para figurarse a su mujer, que no había tenido sino frialdades y desprecios para él, abandonándose en brazos de otro a los vivos transportes de la pasión, y esa imagen, desagradable para cualquier otro, lo era en supremo grado para un hombre vanidoso, altanero, y tan engreído y sanguineo como era el señor de Maurescamp.

Vuelto al taller, intentó maquinalmente el pintor reanudar su trabajo, pero la voluntad lo abandonaba; nublada la vista, inerte la mano, puso con desaliento sobre la próxima mesa paleta y pinceles, y sentándose sobre el borde de aquélla dióse a cavilar... ... Calvat es un miserable... un alma degradada por los desórdenes y la pereza... capaz de todo por satisfacer sus envidias y sus odios... detestaba a Beatriz... siempre la había perseguido con su sorda malevolencia... ahora ya incidía en la calumnia abierta... Esto era palmario... Pero Jacques se decía al mismo tiempo que su mujer, de la cual continuaba tan apasionado cual en el día mismo de sus nupcias, no cesó nunca de manifestar hacia él frialdades de hielo, marmóreas resistencias... Esas frialdades radicaban sin duda en su íntima complexión... mas... Y entonces las pérfidas insinuaciones de la señora de Montauron venían a clavar sus dientes de acero en el alma del desventurado artista. ¡Qué de veces creyó él descubrir en su altiva consorte, esos sentimientos de desdén, de disgusto, de enojo, de arrepentimiento, de que le hablara en cierta conversación memorable la difunta baronesa!... Y esa idea de que Beatriz no lo amaba era para el pintor una tortura dantesca, sólo un momento ahogada en el febril trabajar... Pero, en fin, porque amase más o menos a su marido no dejaba de ser Beatriz quien Beatriz era... ¡Beatriz!... esa casta y altanera criatura a quien él vio sufrir con tanta nobleza su infortunio, a quien él vio rechazar con virtud tanta los protervos consejos, las falaces tentaciones de la suerte adversa... ¡Oh, , no había duda! si a él no lo amaba, el honor y el deber eran para ella un culto, y de esos dioses jamás renegaría... Cierto que su simpatía por Pierrepont era manifiesta y evidente, pero, ¿la inocencia de esa propensión no la proclamaba suficientemente esa misma tácita publicidad de que Beatriz la revestía? ¿no se explicaba, sin esfuerzo alguno, por afinidades de nacimiento y de educación, de tradiciones de familia y comunes recuerdos?... ¿El mismo marqués no era citado como viviente símbolo de la más caballeresca lealtad?... ¿Cómo, entonces, infamar a los dos con la sospecha de una duplicidad tan abominable, de una traición tan baja?... y eso por las imputaciones de un ser como Calvat, bajo la fe de una delación que tenía todas las viles apariencias de cualquier carta anónima... Porque las palabras que Calvat tuvo la villanía de poner en labios de Marcelita, Jacques estaba seguro de que la niña jamás las pronunció... y ese indigno Gustavo había contado de antemano con la impunidad, convencido; cual se hallaba, de que Fabrice nunca interrogaría a su hija acerca de tan difíciles capítulos.

Conocí á Sardou una tarde de invierno. Al entrar en su despacho el gran dramaturgo, que sabía el objeto de mi visita, salió á mi encuentro, alargándome sus dos manos con efusión seductora de cordialidad y agasajo; fué uno de esos gestos admirables que, suprimiendo de cuajo las frialdades ambagiosas de la etiqueta, equivalen á una intimidad de varios años.

En otro tiempo era nuestro planeta una gota de metal ardiendo. Al rodar por las frialdades de los cielos, se ha ido coagulando poco á poco. ¿Pero se ha solidificado la película sola, según se repite frecuentemente, ó se ha endurecido la gota hasta el núcleo? No se sabe aún, porque nada prueba que las lavas de los volcanes broten de inmenso receptáculo que llene lo interior del globo.

Pero ésta, que a pesar de su modestia y discreción, estaba dotada, sin poderlo remediar, de una índole arisca, descontentadiza y desamorada, abrumaba a los príncipes con su desdén, y de ninguno de ellos se le importaba un ardite. Sus discreciones le parecían frialdades, simplezas sus enigmas, arrogancia sus rendimientos y vanidad o codicia de sus riquezas el amor que le mostraban.