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Sepa Doña Blanca que yo rescato misteriosamente á nuestra hija. Sepa también que si no admite el rescate, romperé todo freno; lo diré todo; seré capaz de una villanía; la deshonraré en público; leeré á D. Valentín cartas que aún de ella conservo; haré doscientas mil barbaridades. Vamos, hombre, modérate. En seguida iré á hablar con Doña Blanca. Ella es madrugadora.

Pues bien; Raimundo, necesitando a toda costa dinero, y no atreviéndose a pedírselo a nadie, faltó a esta confianza vendiendo poco a poco algunos títulos. Y es lo raro del caso que siendo un chico hasta entonces tan puro de costumbres, tan recto en el pensar y tan honrado de corazón, llevó a cabo esta villanía sin grandes remordimientos.

El viviendo al lado de la enfermera, aprovechándose de la ignorancia del ciego para inferirle todos los días con sus amores un nuevo insulto, ¡ah, no! Era una villanía. Se acordaba ahora con vergüenza de la malignidad con que había mirado poco antes á esta hombre desgraciado y bueno. Se reconocía sin fuerzas para luchar con él.

Me es imposible, decentemente, retirar mi palabra... Además, yo amo a María Teresa. La señora Martholl miró fríamente a su hijo y pronunció: Naturalmente... Yo no te aconsejaría tal villanía.

Yo me convertía en redentor del alma que cautivaba y en salvador del alma que perdía, parodiando la sentencia divina y diciendo en mi interior: "Levántate: estás perdonada, por lo mucho que has amado." ¡Ah, cielos! ¿Por qué ocultármelo? Procedí con villanía. Era yo tan bajo y tan vil, que no comprendí nunca el vigor, la energía de la pasión que sin merecerlo había excitado.

Aquélla... aquélla... murmuró él con fingido desprecio . No por dónde anda, ni me importa. Valiente... Sus labios intentaron decir una ofensa, pero no acertaron a formularla. Comprendió que era una villanía hablar mal de Mariquilla, aunque fuese en son de astucia para averiguar su paradero.

Yo puedo expresarme así porque soy hombre; porque me cisco en la sociedad y en lo que diga la gente. Pero mi hermana es mujer y necesita, para que la respeten, para vivir tranquila, hacer lo que las demás mujeres. Tiene que casarse con el hombre que ha abusado de ella, aunque no sienta ni una migaja de cariño. Jamás volverá a hablar con su antiguo novio; sería una villanía el engañarle.

Aunque Ramiro había mirado siempre con aristocrático desprecio a todo aquel que envilecía sus manos en los oficios mecánicos, pensó esta vez que la sabia fabricación de las armas debiera estar exenta de villanía, como faena preclara puesta al servicio de las más altas empresas.

Desechaba aquellos pensamientos con todas sus fuerzas, pero volvían. ¡Qué horrible remordimiento! ¿Qué pensaría Jesús? y también ¿qué pensaría el Magistral... si lo supiera? A la Regenta le repugnaba, como una villanía, como una bajeza aquella predilección con que sus sentidos se recreaban en el recuerdo de Mesía apenas se les dejaba suelta la rienda un momento. ¿Por qué Mesía?

Benedicta era tribunal y verdugo. Enrostró a Aquilino la villanía de su conducta, rechazó sus descargos y luego le dijo: ¡Estás sentenciado! Tienes un minuto para pensar en Dios. Y con mano segura hundió el acero en el corazón del hombre a quien tanto había amado... El pobre amanuense temblaba como la hoja del árbol. Había oído y visto todo por un agujero de la puerta.