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Estoy abrasado. DON URBANO. Al momento. A los de Yuste corresponden... un millón seiscientas mil pesetas. Al Marqués de Ronda, doscientas veintidós mil. Hay que descontar las doce mil y pico, equivalentes a los nueve mil francos... PATROS. ¿Lo dejo aquí, Don Leonardo? CUESTA. Déjalo y aguarda un instante... Un millón ochocientos... con los seiscientos diez... hacen... Ya está claro.

19 Y tuvieron guerra con los agarenos, y Jetur, y Nafis, y Nodab. 20 Y fueron ayudados contra ellos, y los agarenos se dieron en sus manos, y todos los que con ellos estaban; porque clamaron a Dios en la guerra, y les fue favorable, porque esperaron en él. 21 Y tomaron sus ganados, cincuenta mil camellos, y doscientas cincuenta mil ovejas, dos mil asnos, y cien mil personas.

Se navega en una longitud de doscientas millas por quince de latitud, sobre aguas negruzcas, cuyo color deben á cierta medusa microscópica. En cada pie cúbico de aquellas aguas viven más de ciento diez mil de dichos animalillos.

Busque usted a una tal Paca entre seis mil mujeres. Lo menos que habría en la fábrica eran doscientas o trescientas Pacas. Sin embargo, insistí en la idea, porque no me venía otra más asequible, y eso que trabajaba mi cabeza como un horno encendido.

El edificio está dividido en grandes compartimientos adecuados para guardar los carruajes y arreos, en asombrosa profusion; abrigar los potros y las yeguas de primer órden, que están allí como joyas de primor; alojar setenta soberbios caballos de tiro, otros tantos de silla, doscientas mulas para los coches de palacio, y un enjambre de lacayos y mozos puestos al servicio de sus amos, cuadrúpedos de sangre azul.

Ahora hay esperanzas de fundar otro, con nombre de Nuestro Padre San Ignacio, hacia el Sur, en los Zamucos, que son más de mil doscientas almas, é inmediatamente los Ugaranós, que tienen la misma gente. Dichos Zamucos, ya vimos en el capítulo XIX cómo se alzaron y huyeron dando muerte al hermano Alberto Romero y á sus compañeros Chiquitos.

Todas aquellas propiedades mobiliarias y los ganados de las campañas pertenecen de derecho a Facundo. Doscientas cincuenta carretas con la dotación de diez y seis bueyes cada una, se ponen en marcha para Buenos Aires llevando los productos del país. Los efectos europeos se ponen en un depósito que surte a un baratillo, en el que los comandantes desempeñan el oficio de baratilleros.

Estando en hábito de penitente, se le leyó la sentencia con méritos, abjuró de levi y advertida, reprendida y conminada, fue condenada en doscientas libras y en destierro por tres años en una Villa, con confinación en el Reino, pena de doscientos azotes.

El número de habitantes de todas castas llegarán á cinco mil personas, de las cuales solo un corto número son libres: los demas, ó son esclavos, ó tenidos y tratados como tales; porque á excepcion de poco mas de doscientas personas que se hallarán de gente blanca, las demas, muchas son negros y mulatos, y muchos indios mestizos, que son tratados de los portugueses como si fueran esclavos: pues, aunque por ordenanza real solamente á los Payaguás y á los de otra nacion pueden hacer esclavos, pero en aquellas partes se sirven los portugueses de cualesquiera indios que puedan coger, y los tienen en esclavitud.

Estando de traje de penitente, se le leyó su sentencia con méritos; abjuró de levi; advertido, reprendido y conminado, fue condenado en doscientas libras, en tres años de destierro en una Villa y en confinación en la Isla, pena de diez años de Galeras. No es fácil contarle a la antigüedad las canas, y menos cuando apenas se las ha peinado, o registrado la curiosidad de la Historia.