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Y aquí se ve que el arte por bajeza De estilo vino á estar en tal desprecio, Y el rey en la comedia para el necio.

Ninguna dama de Lancia cometía la bajeza de presentarse en el Bombé los domingos mientras no estuviesen paseando en él algunas otras de su categoría. Pero esto era de una dificultad insuperable, dada la unanimidad de pareceres.

Dirá que yo le abandono y le dejo andar hecho un pordiosero. ¡Es una vergüensaSi se quedaba en casa y jugaba con los criados, la señora se ponía furiosa, le dolía la cabeza, hablaba de la bajeza de sentimientos que el muchacho revelaba, allanándose a estar siempre entre la servidumbre, e increpaba duramente al brigadier porque no sabía educar a su hijo.

21 el cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a todas las cosas. 2 A Evodia ruego, y a Síntique exhorto, que sientan lo mismo en el Señor.

Sabemos, semejante á esta bajeza, Que causa otras dos mil esta traidora, Que aunque dice el refran, que no es vileza, Y ser con nuestro Dios merecedora Creemos la virtud de la pobreza: Sin su favor la perra es causadora, De hambre, que es un mal tan sin medida, Que dar

Creyó D. Valentín leer en ella el más profundo desdén, como si le acusase de una humillación estólida, de una bajeza infame; y creyó ver, al mismo tiempo, la ira y la prohibición imperiosa de que llevase á cabo lo que se había lanzado á ejecutar. El terror sobrecogió de tal suerte el ánimo de D. Valentín, que se paró, se quedó inmóvil de súbito, como si se hubiera convertido en piedra.

Malas noticias me traes, Florela, dijo doña Guiomar; en tu semblante las leo: habla, no tardes; ¿qué desdicha tan grande me sucede, que así, por la mucha lealtad que me tienes, te ha puesto? Echáralos yo a palos de lacayos, si señora y no criada fuese, a esos desvergonzados, ingratos y mal nacidos; y poco castigo sería, que su bajeza y su atrevimiento bien merecen la muerte.

Susana hallaba en ella un corazón amigo, que aun contrariándola, mostraba comprenderla, distante por igual de la adulación y de la envidia; porque en la humildad de Valeria no había sombra de bajeza. Ni ella la hubiera tolerado, pues era tan altiva a lo grande e incapaz de pretender que le atribuyesen cualidades que le faltaban, como celosa de que se reconocieran las que estaba segura de tener.

Desechaba aquellos pensamientos con todas sus fuerzas, pero volvían. ¡Qué horrible remordimiento! ¿Qué pensaría Jesús? y también ¿qué pensaría el Magistral... si lo supiera? A la Regenta le repugnaba, como una villanía, como una bajeza aquella predilección con que sus sentidos se recreaban en el recuerdo de Mesía apenas se les dejaba suelta la rienda un momento. ¿Por qué Mesía?

Fué muy gran bajeza perderlos, teniendo gente demasiada para guardarlos, estando tan cerca como estaban del fuerte y tan descubiertos para favorescer la gente que allí estuviese, con la artillería dél, estando, como estaban, quinientos pasos del fuerte.