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Eran las doce de la noche, y la Macarena no volvería a su casa hasta las doce de la mañana siguiente, necesitando para recorrer la ciudad más tiempo que para ir de Sevilla a Madrid.

Tengo que subir, me están necesitando a cada paso... con la desgracia de hoy, hay mil recados...¿Quiere usted algo, señorita? Nada....

Ya no quiso separarse de la dueña de la casa, iniciando una conversación aparte, que pareció indignar á Pirovani. Al fin éste se levantó de su silla, necesitando protestar de tan descomedido acaparamiento, y dijo á Robledo: ¡Ha visto usted cómo viene vestido ese muerto de hambre!... No habían terminado aún las sorpresas de aquella noche: faltaba la más extraordinaria.

Su esposa daba fiestas y asistía á todas las más famosas de París; ocupaban en la avenida Henri Martin el segundo piso de una casa elegante; frente á su puerta esperaba un hermoso automóvil; tenían cinco criados... No llegaba á explicarse en virtud de qué leyes misteriosas y equilibrios inconcebibles podían mantener él y su mujer este lujo, contrayendo todos los días nuevas deudas y necesitando cada vez más dinero para el sostenimiento de su costosa existencia.

Natural es, que necesitando comparaciones las busquemos en los objetos mas conocidos, y con los cuales nos hallamos mas familiarizados; y como en tratándose de juzgar ó conjeturar sobre la conducta ajena hemos menester calcular sobre los motivos que influyen en la determinacion de la voluntad, atendemos sin advertirlo siquiera á lo que solemos hacer nosotros, y prestamos á los demas el mismo modo de mirar y apreciar los objetos.

Y necesitando convencerla de que lo era, pobló aquella noche el cerrado misterio del dormitorio con una serie interminable de voluptuosidades feroces, exasperadas, que hicieron caer á Ulises en un anonadamiento pesado y dulce á la vez. Tenía la convicción de su vileza. Adoraba y detestaba á esta mujer que dormía á su lado con un cansancio impuro... ¡Y no poder separarse!...

Varias veces intentó introducir su caballo entre las cabalgaduras de los dos, dando fin de tal modo al diálogo; pero Elena le detenía siempre con un gesto de contrariedad. Al ver que ella continuaba su conversación con Manos Duras, se volvió hacia Moreno, necesitando manifestar á alguien su enfado. Ese gaucho es un atrevido, y habrá que darle una lección.

Estaba embebecida en su pena, diciendo: «Pecar, llámote necesidad y digo la mayor verdad del mundo... Pues no necesitando, ¿qué mujer habrá tan tonta que no desprecie a toda esta canalla de hombres?». Pez, un poco más tierno, díjole que notaba en ella algo de extraño, tristeza, quizás preocupaciones graves. Esta indicación la consideró ella como una feliz coyuntura para decir algo.

Y Ulises agradeció sus lágrimas, sus lamentos convulsivos, sus ojos agrandados por una expresión de terror. La madre de Ferragut se preocupaba del porvenir de esta sobrina pobre. Su única salvación era el matrimonio, y la buena señora había fijado sus miras en cierto pariente que andaba más allá de los cuarenta, necesitando el aporte de esta juventud para refrescar su vida de solterón maduro.

Otra mujer cualquiera se creería humillada necesitando acudir a cada instante a su marido para los menesteres más insignificantes de la vida doméstica. Ella juzgábalo natural, y sobre todo muy cómodo cuando la sórdida economía de Calderón no la apretaba demasiado.