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Repito que es una opinión particular y que, como tal, la expongo; pero abrigo la confianza de que será muy pronto una verdad universalmente aceptada. La verdad es, Isidorito, que a no acaba de entenderme. Anteayer pasé todo el día con un ruido en la cabeza, como si estuviese tocando dentro de ella una banda de tambores.

FERRANDO. ¡Pues por supuesto! ... Dime con quién andas ... JIMENO. No quisieron entenderme, y bien pronto tuvieron lugar de arrepentirse. GUZMÁN. ¿Cómo! JIMENO. Desapareció el niño, que estaba ya tan rollizo que daba gusto verle; se le buscó por todas partes, ¿y sabéis lo que se encontró? Una hoguera recién apagada en el sitio donde murió la hechicera, y el esqueleto achicharrado del niño.

No quería decir cuál resultaba más ardiente, pero la desgracia la impelía á escoger entre los dos, y aceptaba al más doloroso, el de mayores sacrificios. eres hombre y no podrás entenderme nunca... Una mujer me comprendería. Julio, al lanzar una mirada en torno de él, creyó que la tarde había sufrido los efectos de un fenómeno celeste.

Si la de doña Beatriz le sorprendió con sólo ver su letra en el sobrescrito, más le sorprendió esta nueva carta, así por la letra, que era la de don Braulio, como también por el certificado. La abrió Paco con profunda emoción y leyó lo siguiente: «Querido Paco: No acierto a entenderme directamente con Dios ni a desahogar con él mis penas.

No he hallado nada en él de malo... Solamente que pienso que no acaba de entenderme concluyó por manifestar, viéndose apretada. Todo ministro del Señor repuso ásperamente el P. Gil entiende lo que es pecado, y esto basta. Pero la confesión que siguió, larga, sincera, fervorosa, regada más de una vez por las lágrimas, hizo cambiar la disposición del clérigo.

No te duermas sobre los laureles, pillo, porque en cuanto yo pueda entenderme con ella, se lo he de aconsejar. No te hará caso. ¡Quién sabe! Le haré ver lo que eres con esa cara de angelito de retablo. Desde Santander, Miguel telegrafió a Pasajes, dando noticia de su llegada. Así que saltó del tren en Madrid, puso otro telegrama, y escribió aquel mismo día.

Hubiera podido escribirte; pero temí que no contestases ó me enviaras simplemente á entenderme con tu apoderado en París. ¡Hace tanto tiempo que no nos vemos! ¡Ha sido tan rara nuestra amistad!... Por eso, finalmente, me decidí anoche á venir á sorprenderte en tu retiro, con la esperanza de que no me pondrías en la puerta. Miguel sonrió, haciendo un gesto de escandalizada negativa.

Sin embargo, pienso, Miguel, que harás un esfuerzo para entenderme... ¿no es verdad que lo harás?... No es menester que penetres por completo el sentido de mis palabras, porque en edad tan tierna no es posible; basta con que te hagas cargo de lo que voy a decirte... de lo que tengo encargo de decirte añadió rectificando.

Difícil de vencer era mi tentación. El mal disimulado asombro con que D. Pepito me miraba hacía mi tentación más fuerte. D. Pepito veía en el sobrenatural y más complicado producto de esa civilización de noventa siglos de que él quería apoderarse. Yo era para él como resumen y compendio de todas las ciencias, artes e industrias. Algo como enciclopedia viva. Entendió D. Pepito que si llegaba a entenderme y a saberme a , todo lo entendería y lo sabría. Y persuadido de esto, él me lo explicaba a su manera, y yo me sentía muy lisonjeada cuando él me lo explicaba. Sus explicaciones eran por lo común en castellano, pero de vez en cuando se empeñaba él en dármelas en guaraní. Yo no comprendía palabra, y él, entonces, quería enseñarme su lengua, asegurándome que para tratar de no pocos asuntos y sobre todo para el amor era mil veces más expresiva y eficaz que el habla de Castilla. Para complacerle le solía yo pedir que me dijese algo en guaraní y hasta que me enseñase a contestarle.

Alcaparrón, no puedes entenderme continuó Salvatierra con voz temblorosa. Tal vez es una fortuna para ti esa alma simple que te permite en los dolores y en las alegrías ser ligero y mudable como un pájaro. Pero óyeme, aunque no me entiendas. Yo no reniego de lo que he aprendido: yo no dudo de lo que .