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Actualizado: 5 de junio de 2025
Entonces, obediente a una seña de su amo, Benigno escanció otro largo chorro de sol embotellado en la copa del estanquero, quien sin perder la serenidad, habló de este modo: No quiere usted entenderme... Usted parte un pelo en el aire...; pero yo, aunque no he recibido cierta educación, tampoco soy negao.
Tiene barbas de patriarca; siempre lo he visto lo mismo, apoyado en su bastón, una boina mugrienta en la cabeza y envuelto en un capote áspero. Además, lleva una pipa entre los dientes; pero rara vez humea... «El millón está esperando le dije por bromear . Cuando usted quiera puede venir á recogerlo.» No pareció entenderme.
Pues dijo , siendo usted efectivamente el legítimo esposo de doña Emma Valcárcel, heredera única y universal de D. Diego, que en paz descanse, no cabe duda que es usted la persona que debe oír... lo que, en el secreto de la confesión... se me ha encargado decirle.... Sí, señor, a ella o a su marido, se me ha dicho... y yo... la verdad... prefiero siempre entenderme con... mis semejantes... masculinos, digámoslo así.
Yo quedé de simple redactor, pero encargado además de entenderme con el impresor y corregir las segundas pruebas.
Hasta ahora sólo ha entrado el rey; pero sentáos, sentáos y escuchadme bien: exceptuando lo mal que os trata á Lerma y á vos, yo no sabría con qué pagar á quien me ha procurado los medios de llegar hasta aquí... de poder entenderme buenamente con vos: yo hubiera preferido que esa puerta hubiese dado inmediatamente al dormitorio de la reina.
En todas partes existen pecadores necesitados de consejo dijo el señor Vicente . Cada uno escoge su campo según sus fuerzas. Los teólogos, los sacerdotes sabios, los pájaros gordos de la Iglesia, ya se encargan de la gente alta; yo soy un pobre pardillo de Dios que canto como puedo, y voy a los humildes, a los únicos que pueden entenderme.
Me estáis desesperando: vos conocéis á esa dama. Vos me estáis guardando un secreto. No es mío. De la reina. ¡Ah! ¡no! ¡no! Escuchad, Juan: yo tengo una obligación mayor de la que creéis de mirar por vos, de guardaros... ¡Vos! Sí, yo; es más: por vos he venido á Madrid; por vos necesito ver á vuestro tío. No os entiendo. Pues bien podéis entenderme. ¿No somos amigos? Sí, ciertamente.
Si yo no las cuento para decir que... que esté bien hecho eso de... de prender fuego y afusilar.... ¡No, caramba!, ¡no me entendéis, no os da la gana de entenderme!
En fin, me las guillo, que me aguardan en otra parte donde hago muchísima falta, donde me están esperando como agua de Mayo. Aquí estoy de más. Abur....» Despidióle D. Juan en la puerta, y Torquemada bajó la escalera refunfuñando: «No se puede tratar con gente mal agradecida. Voy á entenderme con aquellos pobrecitos.... ¡Qué será de ellos sin mí!»
Va a ser famosa continuó Isidro con entusiasmo . Asistirán señoras, muchas señoras; todas las coristas de la opereta, que me han oído desde puertas y ventanas sin entenderme seguramente, pero ahora me contemplan con respeto y cuando paso junto a ellas murmuran algo que debe ser de admiración... Venga usted con nosotros. Fernando se excusó: pensaba retirarse inmediatamente a su camarote.
Palabra del Dia
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