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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Bañada por el sol de la mañana que hacía vibrar las ondas del río y cantar el aire en las flexibles cañas que se levantan en ambas orillas, allá va su blanca silueta agitando negro penacho de humo ¡la nave del Estado, dicen, humea mucho tambien!... El silbato chilla á cada momento, ronco é imponente como un tirano que quiere gobernar á gritos, de tal modo que dentro nadie se entiende.
Pablo Hervieu se halla sentado ante su mesa de trabajo; un cigarrillo humea entre sus dedos delgados y largos de aristócrata; su ademán es modesto y sobrio, pero resuelto; habla poco y sin prisa, y levantando ligeramente la voz al pronunciar las últimas sílabas de cada frase, lo que acusa ese espíritu enérgico que los grafólogos descubren en los que, al escribir, dirigen hacia arriba el trazo final de las letras.
Los de España sus aceros con ambas manos aferran, y a su filo no resisten las enemigas rodelas, y divide el mismo golpe hasta el pecho las cabezas, y parece, al descargarle, que surge de una caverna el ronco aliento, imitando esa saña, ese ardor, esa respiración del labriego, ruidosa, cuando maneja el hacha y gigante tronco desmenuza en leves leñas; y para espantar las almas abren tan cumplidas puertas que al salir, aún las más grandes se sienten harto pequeñas: todo fuego, todo llamas, lumbre todo en la contienda; las rojas chispas que al choque de los hierros centellean, los rayos de las pupilas, el ardor de la ira ciega, el resuello incandescente, el mar de sangre que humea...!
19 No contenderá, ni voceará; ni nadie oirá en las calles su voz. 20 La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio. 21 Y en su Nombre esperarán los gentiles. 22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo, y le sanó; de tal manera, que el ciego y mudo hablaba y veía.
Tiene barbas de patriarca; siempre lo he visto lo mismo, apoyado en su bastón, una boina mugrienta en la cabeza y envuelto en un capote áspero. Además, lleva una pipa entre los dientes; pero rara vez humea... «El millón está esperando le dije por bromear . Cuando usted quiera puede venir á recogerlo.» No pareció entenderme.
La mano va cubierta de un guante cuya rigidez acusa el relieve de algo duro y mecánico. La otra mano se apoya en un garrote, y una pipa humea en su boca. Sobre sus bocamangas casi se confunde con el color de la tela un breve y único galón de oficial. Diez meses y veinte días dice Toledo que Su Alteza salió de aquí... ¡Qué de cosas han ocurrido!
Como a cien metros de la explanada hay una curva o más bien zig-zag, que conduce a la estación de las Pulgas, la cual se reconoce desde abajo por la mancha de carbón en el suelo, las empalizadas de cerramiento de vía, y algo que humea y bulle por encima de todo esto.
Aquellos peces, que parecen hombres, saltan, punzados, atravesados, abiertas las carnes, tiñendo el agua con su sangre por momentos. Su dolorosa agitación, el furor de que están poseídos sus verdugos, el mar que ya no es mar, sino un no sé qué espumoso que vive y humea, todo esto produce el vértigo.
Diríanse campeones Que esperan la pelea Que anuncie con estruendo Las lenguas del clarin: La inercia los consume Mas si el cañon humea Con varonil corage Buscan glorioso fin. Tal vez unas carreras Esperan á porfia Para cubrir de palmas Al potro mas veloz... Mas no, todos desean Robustecer el alma, Por eso ¡El Pato! El Pato! Repiten á una voz.
Desde abajo, la gente de la llanura admira cómodamente el meteoro. La cumbre del monte, castigada por el viento, parece que humea como un cráter; las innumerables moléculas heladas que levanta la borrasca se juntan formando nubes que se arremolinan encima de los picos. Las aristas de los contornos, esfumadas por esa niebla de nieves giratorias, pierden su precisión, como si flotaran en el espacio.
Palabra del Dia
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