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Estaba tan gracioso que, a pesar de la repugnancia que me inspiraba aquella farsa burlesca que era una profanación, no podía guardar mi seriedad ante aquella cara mofletuda, aquella nariz arremangada y aquellas muecas de compunción. La risa me retozaba en los labios, y puedo asegurar a usted, señor cura, que contra mi voluntad.

Todos los jugadores hablaban como si lamentasen una muerte, pero con una compunción hipócrita, rugiendo interiormente de envidia triunfante al ver desvanecida aquella buena suerte absurda que amargaba sus noches. Avanzó Lubimoff su cabeza entre dos hombros, viendo á Alicia al mismo tiempo que está levantaba sus ojos. Se cruzaron sus miradas.

En honra y gloria del Sol, habria este mandado empalar á Zadig, y rezado luego el breviario de Zoroastro con mas devota compuncion. Bien, bien, dixo Drastanés, meneando la temblona cabeza: á Zadig se le ha de empalar, porque tiene ideas erróneas sobre los glifos; y al otro, porque ha hablado sin miramiento de los conejos.

Mientras silbaba una marcha militar, se puso a vestirse con una especie de compunción, meditando sobre una arruga del dormán como si se tratase de un asunto de importancia, contrariado por una gota de agua que alteraba el lustre inmaculado de las botas y afilando dos veces la navaja de afeitar para más seguridad. ¿Está contento mi coronel? decíale su tía.

El sol enviaba alegremente sus dorados rayos a través de las vidrieras de colores de la capilla, e iba a reflejar sus mil maticos sobre el banco pulimentado y negro de encina, cargado de pesadas esculturas, banco en el cual se sentaba Kernok en los días solemnes. ¡Ah! ¡y con qué dignidad tranquila y majestuosa ostentaba en él su pechera y su frac marrón! ¡con qué destreza ocultaba su chicote a la vista del cura! ¡con qué aire de compunción cerraba los ojos, fingiendo rezar y recogerse, cuando la plática del sacerdote le sumía en la más agradable somnolencia!

«No es fácil de decir el fervor que estos santos días mostraron los nuevos cristianos en las cosas de Dios; oían la paladra de Dios con gran gusto y no con menor fruto y compunción, de suerte que me parecía estar entre españoles muy piadosos. El acto de contricción que se usa al fin de los sermones, le hacían con tanto sentimiento, que lloraban muchísimo.

Estos remordimientos, esta compunción y este sonrojo por la culpa tenían, sin embargo, bastante de sabroso y de dulce. ¡Ay, cuán pronto se trocó todo ello en amargura cuando oyó Mutileder lo que en Jerusalén se decía de público en calles y plazas! Para saber lo que se decía conviene tomar las cosas de atrás y entrar en algunas explicaciones.

Paz oía misa con recogimiento, volviendo tranquilamente las hojas del devocionario, que a veces dejaba sobre la falda, pero sin alardes de unción religiosa: su rostro no se entristecía con compunción exagerada, ni tenía ese lento parpadear que es a los ojos lo que el estertor a la respiración.

Unos a otros, con cara de hipócrita compunción, se ocultaban los buenos vetustenses el íntimo placer que les causaba aquel gran escándalo que era como una novela, algo que interrumpía la monotonía eterna de la ciudad triste.

Los monacillos, cuyas sotanas rojas demasiado cortas dejaban ver unos pantalones demasiado largos, mostraban una compunción poco ordinaria y se abstenían de meterse el dedo en la nariz, de sonarse con las mangas, de hacer burla por detrás del oficiante y otras habilidades por el estilo.