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Conviene también tener presente que nuestro poeta ha mejorado, en casi todas estas obras dramáticas, los materiales ajenos de que ha dispuesto, pudiendo llamársele su segundo inventor, y que aquello, que en los escritos de sus antecesores aparece sólo como un esbozo, lo ha pulimentado artísticamente de un modo admirable, borrando sus desigualdades y transformando casi siempre en flor bellísima capullos informes.

Siguieron ambas bailando a lo largo de la sala, deslizándose sobre el ya pulimentado piso, como los patinadores sobre el hielo, y Fortunata, a quien le escarbaba en el interior lo que referente a ella habla dicho Mauricia la Dura, quiso aclarar un punto importante, diciéndole: «Yo no fui más que dos veces a casa de la Paca, y por mi gusto no hubiera ido ninguna.

El sol enviaba alegremente sus dorados rayos a través de las vidrieras de colores de la capilla, e iba a reflejar sus mil maticos sobre el banco pulimentado y negro de encina, cargado de pesadas esculturas, banco en el cual se sentaba Kernok en los días solemnes. ¡Ah! ¡y con qué dignidad tranquila y majestuosa ostentaba en él su pechera y su frac marrón! ¡con qué destreza ocultaba su chicote a la vista del cura! ¡con qué aire de compunción cerraba los ojos, fingiendo rezar y recogerse, cuando la plática del sacerdote le sumía en la más agradable somnolencia!

Sinang se guaseaba tanto del mucho latin que sabía su padre como del poco y malo que conocía su marido. Precisamente tengo alhajas muy antiguas, contestó Simoun, quitando la funda de lona de la maleta más pequeña. Era un cofre de acero pulimentado con muchos adornos de bronce y cerraduras sólidas y complicadas.

Con escrutadora mirada examinaba los rígidos detalles de la sala, desde el pulimentado calorífero de vapor parecido a un enorme soda-cracker barnizado, que calentaba un extremo del cuarto, hasta el busto monumental del doctor Crammer, que daba escalofríos en el opuesto, desde el padrenuestro dibujado por un ex maestro de caligrafía, con tal variedad de elegantes rasgos de escritura, que disminuía notablemente el valor de la composición, hasta tres vistas de la población, tomadas del natural desde el Instituto, por el profesor de dibujo, y que nadie hubiese sido capaz de reconocer; desde dos citas ilustradas del Antiguo Testamento, escritas en letra inglesa, tan horriblemente remotas que helaban todo humano interés, hasta una gran fotografía de la clase superior, en la cual las niñas más bonitas tenían el color etiópico, sentadas, al parecer, unas sobre las cabezas y hombros de las otras.

Rafaela estaba bellísima: incomparablemente más bella que allá en Lisboa, en la plaza de toros o en el Retiro de Camoens. Entonces era diamante en bruto: ahora diamante pulimentado y primorosamente engarzado en cerco de oro.