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Y sin esperar más explicaciones, levantóse vivamente para ir a su encuentro; la duquesa de Bara la detuvo bruscamente por el vestido, y ella, procurando desasirse, decía: Pero, mujer, si es mi primo... La abuela de su mujer y la mía, primas segundas... ¿Cómo voy yo a desairar a un pariente?...

Algunas, ignorando, como ignoraban todas, excepto la Butrón y la de Bara, el modo cómo había de nombrarse la junta, dejaron escapar la idea entre sus misteriosos cuchicheos, y la señora de Martínez, con ingenua sinceridad, algún tanto lugareña, soltó esta frase, que hubiera provocado en otra ocasión las crudas sátiras de la de Bara: ¡Esa que es una marquesa de veras!...

Vna cabeça de un hombre, baçiada de çera. Dos cajones de madera con unas plantas de papel de la Villa de Madrid. Vn cupidito de marmol sobre una almohada. Vn Retrato de la S.ra Infanta Reyna de vngría. Seis marcos de éuano verde, ondeados, de bara y tercia de largo. Otros dos marcos dorados, pequeños. Vna peaña de caoba y éuano. Ocho pies de yerro de morillos, forma de culebras.

El número era funesto, y la duquesa de Bara, que supuso al punto la causa de tan repentina baja, dijo muy quedito a su sobrino el duque de Bringas: Mal número... ¿Si será esta la última cena? Con tal que no te toque a ti el papel de Judas. ¡Oh, no, no!... Yo le soy fiel a Curra. ¿Pero por qué han desertado los otros?

Riéronse todos a carcajadas, y ella, muy extrañada de aquellas risas, prosiguió diciendo: Pues no lo digo de burlas... Creed que lo decía sin ningún arrière-pensée... Como María es tan piadosa y suele darle a todo un tinte devoto... ¡Pues claro está! replicó muy seria la de Bara . Por eso ha convidado también a los congregantes de San Luis.

La duquesa de Bara no había encontrado todavía ocasión oportuna de hacer el análisis crítico de la solemnidad religioso política a que había asistido horas antes, y hasta la señora de López Moreno, reina destronada de Matapuerca, habíase olvidado por un momento de la honra insigne que al día siguiente la aguardaba.

Y variando de conversación púsose a contar a Currita una historia muy chistosa de la duquesa de Bara, que se hallaba un poco más abajo, en el palco de los consortes López Moreno, restaurados ya en su trono de Matapuerca. Lucy se casaba al fin con Gonzalito, conformándose la duquesa a tragarla por nuera. Paco Vélez se lo había dicho.

Tan sólo la duquesa de Bara, fiel a la consigna del caudillo, habíase apresurado a sentarse entre las dos ministras cesantes: la de Martínez, mujer sencillísima y modesta, que se hallaba allí como gallina en corral ajeno, y la de García Gómez, cursi pretenciosa, que pretendía deslumbrar a pájara tan larga como la duquesa con sus alardes de elegancia y de buen tono.

Vna cabeça de vna ynglesa, de Diego Velázquez. Vn espejo de media vara de alto, con marco de ébano y marfil. Vn retrato de una caueça del Rey de françia siendo niño. Vn marquillo de ébano, de media bara. Vna estatua pequeña de bronçe, con un niño y ancoras, sobre vn pedestal de ébano. Vna pintura de la Mag.na, que se arrolla, y tiene niño. Dos aras de pórfido, de media bara. Tres marcos de ébano.

La duquesa de Bara no le dejó acabar: juzgaba ella imposible hacer tragar a la Villasis la vicepresidencia de Currita, como no fuera cogiéndola de sorpresa, presentando de improviso la candidatura aprobada ya por unanimidad en la junta magna de señoras que había de celebrarse; y aun así y todo, desconfiaba mucho del éxito, porque era María Villasis una quijota impertinente y ridícula, capaz de desairar a Madrid entero si se le ponía entre ceja y ceja el hacerlo.